En el año 2010 el Ballet Nacional había presentado la coreografía de esta obra, en una versión del alemán Lars Scheibner. Pero esta vez, de la mano del IMA fue la primera en que se representó la puesta con orquesta, coro y elenco de danza en vivo.
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En esta ocasión, “Carmina Burana” fue representada por la Escuela Municipal de Danzas, dirigida por Natalia Fúster, y la Escuela Municipal de Canto, dirigida por Juan Ángel Monzón, con su Coro Sofía Mendoza bajo la dirección de Benito Román, ambas pertenecientes al IMA, junto a integrantes de la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN), en esta oportunidad dirigida por José Ariel Ramírez.
“Carmina Burana” se trata de una cantata escénica, compuesta por el alemán Carl Orff entre 1935 y 1936, y se vale de poemas anónimos medievales, que datan del año 1300 y que fueron encontrados en una abadía de Baviera, principalmente con versos en latín aunque cuenta con fragmentos en alemán y francés antiguo.
Estos poemas, según los estudiosos de la obra, fueron escritos por desertores religiosos. Por ende, en su selección de textos Orff puso el foco en temas como la suerte, los placeres de la vida, la ironía y el amor, sin presentar una trama propiamente dicha, pero sí buscando crear una puesta en escena efectista y conmovedora. Así la puesta se divide en partes en base a las poesías que hablan sobre estos temas, como el triunfo de la fortuna, una escena en primavera, unas danzas en el prado, otra escena en la taberna y un cortejo del amor.
En la forma musical, el compositor presenta una evocación a estilos como el canto gregoriano y la música medieval. En esta ocasión, tanto orquesta como coro, junto a sus solistas, las sopranos Rossana Sosa Briganti y Alejandra Martínez, los barítonos Juan Ángel Monzón y Joel Mercado, los tenores Misael Centurión y Martín Lezme, tuvieron una presentación impecable, supiendo transmitir esa dualidad de claroscuros y el dramatismo. El canto sobrevolaba con mucha fuerza y seguridad sobre una instrumentación donde las percusiones tomaron protagonismo.
En tanto el cuerpo de danza fluyó a través de las escenas por momentos con emoción y por otros con imprecisiones en la coordinación y en la buena ejecución de las coreografías. Pudo notarse una diferencia, teniendo en cuenta que son alumnos, con los bailarines profesionales.
No obstante, fue loable tener en cuenta a los alumnos, ya que la obra se realizaba en conmemoración de los 60 años de la Escuela Municipal de Danzas. Quizás en el futuro esta misma puesta podría realizarse fusionando con una compañía de bailarines profesionales.
La ejecución de la obra, casi redonda, da igual la pauta de que con el esfuerzo necesario, aquí se puede llegar a un nivel al igual que otras compañías profesionales del mundo.
La nota más negativa se dio antes del inicio de la función a la que asistimos el domingo, donde se evidenció una clara desorganización con la cantidad de entradas vendidas, sin tener en cuenta la capacidad que puede albergar el teatro. Para que todo salga irreprochable, hay que cuidar cada detalle relacionado a la obra, incluso lo que ocurre antes de que se abra el telón.