Una fiesta de emociones

Miguel Ángel Maidana es un joven bailarín paraguayo quien desde 2018 integra las filas de una prestigiosa compañía: English National Ballet. Tras recoger en sus años de formación varias amistades y luego de cultivar diferentes formas de danza, decidió juntar eso en una gala que se realizó el sábado 18 de junio en el Banco Central del Paraguay, que fue una exquisitez artística para los sentidos y el corazón.

Miguel Ángel Maidana y Alejandra Acosta cerraron el espectáculo por todo lo alto.Mavi Martínez
audima

La iniciativa de Maidana es loable, ya que además de mostrar su talento invitó a figuras de importantes compañías de Argentina y de Paraguay. Esa reunión de lenguajes y sensibilidades en “Artistas Gran Gala Internacional” fue un privilegio para las personas que presenciaron el espectáculo. Aunque no se llenó el teatro, sí se llenó el alma de quienes se alimentaron de tanto arte.

Sus primeros invitados fueron los argentinos Ayelén Sánchez y Federico Fernández, ambas primeras figuras del Ballet del Teatro Colón, quienes ofrecieron el grand pas de deux de “El lago de los cisnes”.

Federico Fernández y Ayelén Sánchez. Elegancia e irrefutable pasión para su actuación.

Sánchez y Fernández encarnaron al cisne negro Odile y al príncipe Sigfrido, respectivamente, en la versión de Marius Petipa y Lev Ivanov. El dramatismo y el carácter de este emblema de la danza clásica se materializó de manera impecable con ambos, quienes fluyeron sin esfuerzos en la complejidad emocional y técnica de esta pieza.

De allí la gala pasó completamente a otro universo. La paraguaya Nastia Goiburú conmovió con “Lost and Found”, una coreografía contemporánea de Bethania Joaquinho, en representación de la compañía profesional que lleva el nombre de esta última.

Nastia Goiburú sumida en una contemplativa y profunda coreografía de Bethania Joaquinho.

Esta obra minimalista se desarrolla al son de “La Catedral”, de Agustín Pío Barrios, y se sostiene en la fuerza de Nastia, quien captura con precisión la nostalgia, el miedo y al mismo tiempo la valentía de una persona, ya que esta danza la creó Joaquinho desde sus experiencias al dejar Paraguay para ir a buscar nuevas oportunidades en un país tan lejano como Alemania.

Con una intención sublime y cristalina ingresaron luego los argentinos Romina Panelo y Esteban Schenone, figuras del Teatro Argentino de La Plata, para hacer “Aguas primaverales”. Ellos imprimieron a esta pieza una enérgica alegría, logrando transmitir ese entusiasmo que la música anuncia por la llegada de la primavera.

Un momento definitivamente cumbre llegó cuando, como un rayo, Miguel Ángel atravesó el escenario y el público explotó espontáneamente de esa felicidad por ver a alguien que se fue pero regresa para mostrar dónde está parado hoy en día.

Miguel Ángel Maidana y su electrificante presencia.

Con “Miggy Woo”, una contagiante coreografía de Breanna Foad, Maidana voló por los aires al ritmo de un frenético charleston y demostró porqué logró llegar donde está. Además, pareciera que a través de esta obra podíamos conocer quién y cómo es él: feliz, pícaro, chispeante y, por supuesto, talentoso.

La grandiosidad de la danza clásica volvió con dos paraguayos que integran el Ballet Clásico y Moderno Municipal (BCMM): Cristina Báez y Juan José Núñez, quienes tuvieron a su cargo el pas de deux de “Diana y Acteon”. La emotividad se hizo presente a la misma altura que se depurada y limpia técnica.

Cristina Báez y Juan Núñez en su gran momento clásico con "Diana y Acteon".

Tras un intervalo, volvieron las figuras de La Plata, para enamorar con el “Grand pas classique”, coreografía de Victor Gsovsky. Este pas de deux requiere virtuosismo, algo logrado por la pareja con suma maestría. Sus delicados movimientos y su pasión llenaron el escenario y el público lo agradeció.

Romina Panelo durante un fragmento de su presentación en solitario.

Un momento de orgullo fue luego la presentación de cuatro bailarinas integrantes de Maidana Academy of Ballet, academia que fundó Miguel Ángel en su Encarnación natal, en 2020, en busca de fortalecer el talento del sur del país y sus alrededores.

Ellas bailaron la obra “Recovery”, creada por Sara Maidana. Al son de una punzante música llena de matices percutivos, las bailarinas se entregaron por completo a esta danza que requería el apoyo y el contacto entre todas, así como la plasticidad física para crear interesantes figuras que se armaban y desarmaban. El público estalló en aplausos para estas jóvenes, quienes no se achicaron en semejante escenario que compartieron con grandes nombres de la danza.

Seguidamente volvieron Báez y Núñez para afirmar su versatilidad, ya que en un polo neoclásico bailaron “Entrelíneas”, una delicada y romántica coreografía de Nani Fernández. Sus cuerpos moldearon bellas figuras, armónicas como un manso oleaje, al son de un piano y un violín que transmitían ternura y a la vez dramatismo.

Núñez y Báez en otro tono dancístico pero con la misma entrega.

Luego de que ellos nos hayan sumergido en un estado de melancolía, pasamos al apasionante y sensual romance de Kitri y Basilio en “Don Quijote”. Este fue el desafío aceptado por Maidana junto a una preciosa y excelente Alejandra Acosta, también integrante del BCMM. Ambos tradujeron ese carácter festivo, apasionado y triunfal de este pas de deux, un deleite para el público que celebró saltos y piruetas de fino acabado y el amor en cada paso.

Acosta y Maidana definitivamente brillaron con su presentación.

Los aplausos al final se extendieron por varios minutos, mientras todos los artistas se reunieron en el escenario para agradecer por la oportunidad de danzar y de compartir, porque no importa el lugar del mundo en el que uno se encuentre, la danza es un lugar para sentir, soñar y ser feliz.

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