“¿Se acuerdan de cuando éramos niños y jugábamos a que las hojas de guayaba eran la plata? Y lo que era, era”. Esta fue la invitación de Belén, al principio de la obra, para imaginar los decorados y el vestuario de las diferentes obras que formarían parte de “Hoja de vida”. En el escenario solamente estaba ella, vestida con un mono negro, una cebolla y el músico y actor Cala del Puerto como un asistente en escena.
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En la pantalla, ubicada arriba del escenario, aparecían en supertítulos las traducciones de los parlamentos en francés. El primer relato, de una obra presentada recientemente en Brest, presentó a una niña que transitaba por los caminos de la tierra colorada, que se acercaba a mirar a una virgen y que en la trama se fusionó con Selena Quintanilla.
Entre escenas de Molière y “Christine L”, su versión moderna de Medea; Belén fue relatando con mucha gracia y honestidad cómo llegó a Francia, sus audiciones y sus primeras experiencias en el Conservatorio de Arte Dramático. En poco más de una hora, Belén paseó al espectador del teatro clásico al contemporáneo, con una imponente fuerza interpretativa. Las expresiones de su rostro, sus movimientos y su voz se combinaron en la justa medida en cada escena o fragmento interpretado.
Su experiencia como directora con “Macario”, de Juan Rulfo, también apareció en este unipersonal acompañado de un vídeo de presentación de la obra, así como una corrida por las calles de París que marcó un punto de inflexión en su vida. También describió la sanadora experiencia de un proyecto teatral que reunió a artistas de distintos países, tras los atentados registrados en París en 2015.
Sobre el cierre, llegó la presentación del papel que no fue. El de Ana, la protagonista del proyecto cinematográfico en el que estaba trabajando la cineasta Renate Costa previo a su fallecimiento en 2020. La voz de la directora de “Cuchillo de palo” resonó de manera estremecedora en la sala, previo a un animado cierre con “Como la flor”.
No hicieron falta los grandes decorados, ni el vestuario, ni efectos visuales para asombrarse con el talento, con la honestidad y la pasión de Belén Cubilla. Lo que es, es, y no requiere de artilugios.