'On Falling' retrata la desolación de los 'millennials' que se buscan la vida fuera

San Sebastián (España), 24 sep (EFE).- La cineasta portuguesa Laura Carrera debuta en el largometraje con 'On Falling', una profunda y contenida historia que puede ser la de muchos jóvenes de su edad, 'millennials' que han salido de sus casas para buscarse la vida y se encuentran con un entorno que les anula.

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Una película en cierto modo autobiográfica, dijo la directora este martes en una rueda de prensa tras la proyección de la cinta, a concurso en la Sección Oficial del Festival de cine de San Sebastián, que vivió en Escocia, en Edimburgo, donde ocurre 'On Falling', y donde obtuvo su primer trabajo a los 18 años.

"La sensación fue horrenda, hice muchas entrevistas para trabajos como el que hace Aurora y sí, metí alguna de aquellas conversaciones en el guion", explicó la realizadora, autora también del guion.

'On Fallig' se sitúa de lleno en el territorio del cine social, aunque Carrera narra la historia sin juzgar al personaje de Aurora (Joana Santos) ni tampoco compadecerla; ni a ella ni al variopinto abanico de compañeros de piso con los que comparte gastos.

Es una migrante portuguesa que habla inglés (no perfectamente, pero bastante bien) y podría hacer un trabajo un poco más especializado; sin embargo, el espectador sigue su nuca mientras con una mano toma un objeto de una estantería y con la otra lo chequea en una pequeña máquina para echarlo a una cesta acto seguido. Una y otra vez.

Es, aparentemente un enorme almacén donde trabaja de 'picker' (recogedor), que le consume la mayor parte de su tiempo. De ahí a su piso compartido, Aurora apenas se relaciona con nadie -no tiene tiempo- pero tampoco ganas. Su mejor amigo, como explica la directora, es su smartphone.

"El móvil es su gente, que está ahí, pero no está. La pantalla del móvil es donde están los colores brillantes y los sonidos", explicó Carrera, quien añadió que tenerlo es un doble peligro: socialmente es imprescindible tener un móvil, "sirve para hacer algo mientras no sabes qué hacer, eso lo hacemos todos", pero también es un artefacto que te dificulta conectar con los demás.

Aurora trata de resistir al aislamiento, pero siente cada día una soledad más grande y la alienación y la charla trivial, aparte de que sus recursos son muy limitados y se alimenta prácticamente de trocitos de chocolate y patatas fritas, comienzan a amenazar su salud mental.

Carreras opta también por no mostrar los monumentos de Edimburgo, una forma, dice, de "mantener el anonimato que tiene que ver con el personaje, es importante que se vea su desconexión con la ciudad. Solo casi al final, cuando va a una entrevista de trabajo, es cuando la vemos tomar contacto con la ciudad".

Joana Santos asumió tanto a Aurora que se fue a Escocia y vivió como la protagonista; buscó y consiguió "sentir esa soledad, su silencio", señaló en la rueda de prensa.

"Yo soy más extrovertida que ella, pero hacía su misma vida. Trabajando con el resto de actores vimos el modo de encontrar el lenguaje", un dato importante en un mundo poblado por españoles, polacos, rusos y africanos, entre otros.

Aun así, la directora niega que hayan trabajado sobre estereotipos: "Cuando vives y conoces a mucha gente te das cuenta de que los estereotipos no te definen", dijo.

"Desde el principio -subrayó Carrera- existía un equilibrio, porque sabía que quería hablar de una persona definida por su puesto de trabajo y mostrar su vulnerabilidad por su precario puesto de trabajo; no quería mostrar sus dificultades, financieras o de otro tipo, sin el coste humano de vivir de esta manera".

Así, intentó terminar la cinta "con esperanza".

En la vida real hubo un corte de luz en la fábrica y los trabajadores tuvieron que esperar porque no podían hacer nada. "Ahí -dice Carrera- fue cuando vi una pizca de lo que podemos hacer. Pero hay que dejar de trabajar. Me emocionó mucho darme cuenta".

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