LOS ÁNGELES (AFP). Estaba en la cárcel por el asesinato de la comediante Lana Clarkson en 2003 tras una noche poco clara en su mansión de California. En su apogeo en los años 1960 era el rey indiscutido de los productores del pop y el rock, cuyo trabajo ayudó a definir el optimismo ilimitado de una generación. Pero sus trajes de alta calidad y sus gafas oscuras con las que siempre vestía este genio de baja estatura, fueron cambiados por vestimenta de presidiario tras ser condenado por la muerte de Clarkson.
Su fallecimiento fue constatado el sábado y su “causa oficial de muerte será determinada por un forense”, reza un comunicado de la autoridad penitenciaria de California. Nacido en Nueva York en 1939 en una familia judía de origen ruso, Spector solamente tenía ocho años cuando su padre se suicidó, una tragedia que lo marcaría para siempre. Su madre decidió mudarse a Los Ángeles para un nuevo comienzo y allá fue junto a su hermana.
No pasó mucho tiempo antes de que el talento musical aflorara en un adolescente que mostraba una enorme facilidad para escribir letras y tocar la guitarra. Formó su primer grupo “The Teddy Bears” con tres amigos de secundaria, y conoció el éxito casi de inmediato con la canción de 1958 “To Know Him Is to Love Him”, el epitafio inscripto en la lápida de su padre. La canción llegó al número uno del ránking Billboard y vendió cinco millones de copias. El grupo no fue capaz de repetir el éxito y se desarmó al año siguiente.
La “muralla de sonido”
Muy afectado por el pánico escénico, Spector derivó lentamente hacia la producción y la composición, y ayudó en la autoría del éxito de Ben E. King “Spanish Harlem” en 1961. La creación de su propio sello “Philles” fue el comienzo de una era dorada, cuando casi a solas cambió la industria musical con su técnica de la “muralla de sonido”.
Apelando a un gran número de músicos que tocaban solamente sus partes en cada canción y luego las colocaba en capas una sobre otras, la técnica brindó una calidad orquestal única a sus producciones. La describió alguna vez como un “acercamiento wagneriano al rock n’roll, pequeñas sinfonías para niños”. “Sabía que Beethoven era más importante que cualquiera que tocara su música”, dijo. “Es eso lo que yo quería ser”.
Máquina de éxitos
Gracias a su trabajo con “The Crystals”, “The Ronettes” y “The Righteous Brothers”, Spector se convirtió en una máquina de éxitos musicales, con títulos clásicos como “Da Doo Ron Ron”, “Then He Kissed Me”, “Be My Baby”, “You’ve Lost That Lovin’ Feelin” y “Unchained Melody”.
Los últimos artistas que firmaron para el sello Philles fueron Ike y Tina Turner en 1966, pero Spector se llevó una sorpresa cuando la canción “River Deep - Mountain High” solamente alcanzó el número 88. Se casó con “Ronnie” Bennett, voz principal de las Ronettes y en 1968 se alejó de la vida pública convertido en multimillonario.
Regresó a inicios de los años 1970 con una colaboración triunfal con Los Beatles y su “Let it Be” y luego produjo álbumes solistas para John Lennon (“Imagine”) y George Harrison (“All Things Must Pass”). A medida que avanzaban los años 1970 se volvió cada vez más huraño y fue cuando comenzaron a esparcirse rumores sobre sus excentricidades. El testimonio durante su juicio sobre sus reiteradas escenas de furia exhibiendo armas sirvió para confirmar lo que el mundo de la música sabía desde hace años.
El alma torturada
“Ronnie”, que lo abandonó en 1974, relató en su autobiografía que sufrió años de abusos, incluyendo amenazas de matarla y de exhibir su cuerpo en un ataúd con decoraciones en oro que guardaba en su sótano. Sus amenazas con armas se extendieron a los artistas con los cuales trabajaba. Presuntamente disparó un arma en un estudio cuando producía “Rock ‘n’ Roll” para John Lennon y puso otra en la cabeza de Leonard Cohen durante las sesiones para “Death of a Ladies Man”.
En otro incidente, tomó a la banda punk “The Ramones” de rehén a punta de pistola cuando grababan su álbum “End of the Century”.
Algunas claves sobre la atribulada personalidad de Spector salieron a luz en una rara y extensa entrevista con el diario británico The Daily Telegraph, semanas antes de que Lana Clarkson muriera en su mansión en febrero de 2003. “Soy mi peor enemigo. Tengo demonios en mí que me desafían”, dijo. “La gente me idolatra, quieren ser como yo, pero les digo ‘créanme, ustedes no quieren mi vida’. Porque no ha sido una vida muy placentera”. “He sido un alma muy torturada. Nunca he estado en paz conmigo mismo. No he sido feliz”.