ABC Color tuvo la posibilidad de hablar con el director de “Rompan Todo”, Picky Talarico, y con el creador, showrunner y productor ejecutivo Nicolás Entel, para acercarles algunos cuestionamientos y para conocer sobre los desafíos de un trabajo de esta envergadura.
-¿Desde qué necesidades nace este documental?
Nicolás Entel: -Nos pareció muy importante hacerlo ahora porque todavía tenemos la oportunidad de hacerlo mientras nuestras estrellas, los protagonistas del documental del rock en español, aún están entre nosotros. Hubiese sido para mí mucho más lindo que le pongan “Maradona” al estadio de San Paolo con “el Diego” presente. Entonces, la posibilidad de contar esta historia y tener a Charly (García), a Fito (Páez), a Gustavo Santaolalla, a Álex Lora, y tener a un montón de gente en todo el continente es muy, muy única. Capaz que en 10, en 20, en 30, 40, 50 años se va a poder contar desde otro punto de vista, pero sin el beneficio de tenerlos a ellos.
-Muchos entrevistados para seis capítulos de casi una hora cada uno. Un desafío condensar todo eso en tan poco tiempo ¿Cómo lograr un relato dinámico sin dejar de lado lo histórico?
NE: -Desde el punto de vista periodístico fue una locura. Contamos con un excelente productor periodístico, un chico muy joven que se llama Manu Buscalia, que trabaja en Rolling Stone Argentina, que lo conocimos casi por accidente. Picky y yo estábamos en un concierto en Nueva York viendo a la nueva banda de Casablancas, el frontman de Tke Strokes, y se nos acerca un chico argentino y nos pregunta: ¿Che, son argentinos? Yo ese día no tenía muchas ganas de hablar con nadie y le digo: “Soy uruguayo”, pero sin embargo nos tomamos una cerveza juntos y rápidamente descubrimos en Manuel un tipo muy curioso, muy inteligente y muy conectado, y así fue como se sumó al equipo.
La segunda parte de esta pregunta, la del relato tiene que ver con el oficio de documentalista. La gente se cree que hacer documentales es fácil, porque compras una cámara por 3.000 dólares, compras un software por 250, y técnicamente eso es todo lo que necesitas, pero editar un documental que sea entretenido, que proponga al espectador una relación similar a la que tiene con la ficción, es el desafío más grande que he tenido en mi carrera, realmente incluso el saber hacer eso es algo que me ha ayudado mucho a la hora de hacer ficción también.
-¿Qué cosas han sido las más difíciles de encarar?
Picky Talarico: -Un proyecto de esta envergadura es un desafío permanente desde cómo decidir qué historia contar y cómo contarla, de cómo armar una producción de este tamaño con un equipo tan gigante, cómo decidir a quién entrevistar, conseguir el material de archivo, pero tal vez el desafío mayor haya sido cómo tratar de meter 60 años de historia de 9 o 10 países en menos de seis horas. Como documentalista ese siempre es un desafío.
-Si bien nuestro país no aparece en el documental, ¿investigaron sobre Paraguay?
NE: -Les garantizo que investigamos Paraguay, lo tomamos muy, muy en serio, y hay cosas que nos encantaron. Éramos conscientes de bandas como los Blue Caps, Los Rebeldes al principio y bandas que llegaron más adelante. No me acuerdo... estos dos hermanos que hacían más pop que rock pero que era muy interesante (por IODI). Somos conscientes que hay una movida punk. Lo que pasa es que privilegiamos contar esta historia desde el punto de vista de vista del diálogo que hubo entre los diferentes países, el diálogo que hubo entre Argentina y México, México y Chile, Chile y Colombia, y desde ese punto de vista lamentablemente sentimos que las bandas paraguayas no lograron meterse en el camino más allá de que descubrimos cosas muy interesantes. Con todo el respeto del mundo teníamos limitaciones obviamente de tiempo, espacio, equis cantidad de horas. Lo que estaría bueno es que el ver este documental le cause curiosidad a mucha gente en Paraguay y que salga a averiguar más acerca de su propia historia, y que muchas de las cosas que están un poco perdidas, que son hasta difícil de encontrar en Spotify, o que hay alguna cosita suelta en YouTube, que se pongan en un lugar más accesible para el resto de la gente para que puedan seguir existiendo.
-Desde el anuncio del documental hasta ahora siguen los comentarios de todo tipo sobre los entrevistados y muchas omisiones, ¿son conscientes de eso?
PT: -Yo creo que hay ver el documental justamente para entender cuál es el camino de cada artista y por qué están en el documental y por qué consideramos que son del rock. No hay que juzgar a un libro por su tapa. Hay que ver el documental y primero tratar de entender qué es el rock y qué consideran los mismos artistas que es el rock.
-Si hubieran tenido la oportunidad de entrevistar a algunos que ya no están, ¿quiénes serían?
NE: -Por suerte a aquellos que ya no están entre nosotros pudimos incorporarlos a través del archivo y de su música: el “Flaco” Spinetta, Luca Prodan, Rita Guerrero en México, Gustavo Cerati, a todos ellos nos hubiese encantado entrevistarlos. En particular a mí me hubiese encantado entrevistar a Luca Prodan, me parece que a pesar que era un tipo complicado y que podía ser bravo para el entrevistador, siento que hubiese sido una experiencia increíble. Siento que Picky yo también siendo de una manera exiliados hubieramos podido conectar con él.
-¿Pensaron en la importancia de mostrar a las nuevas generaciones o en ampliar el trabajo?
NE: -Investigamos a muchísimos artistas hasta el día de la fecha. La decisión de terminar el documental más o menos a mediados de 2005... incluimos algunas cositas de 2008, como es Calle 13 en el Vive Latino... pero la decisión de terminar el documental allí no fue una decisión que tomamos de manera liviana. Fue una conclusión a la que llegamos habiendo estudiado incluso el presente del rock y hay excelentes bandas como Los Espíritus o El Mató a un Policía Motorizado en Argentina, o Astrofónica en Bolivia, pero sentíamos que todavía no teníamos la perspectiva suficiente para hablar del presente. Nos parecía lo correcto terminarlo allí donde llegamos.
-¿Cuál fue entonces el punto del documental?
PT: -Creo que no es el punto del documental intentar medir nada, sino nuestra meta era poder descifrar o encontrar cuál fue el camino que hizo la música, en particular el rock, para llegar al día de hoy. De dónde nació y las cosas que tuvo que enfrentar y cómo se fue desarrollando y comunicando entre los distintos países para ir formando una especie de gran familia del rock.
-El documental toma el nombre de la famosa frase que dijo Billy Bond en un concierto y también alude a la canción homónima de Los Shakers, ¿perciben aún ese espíritu en el rock o en otros estilos?
PT: -El nombre del documental sale de la frase de Billy; también sale de la canción de Los Shakers que después rehiciera Sandro; también Rubén Albarrán de Café Tacvba dice en un momento: “rompimos todo”. Creemos que el rock siempre tuvo un carácter disruptivo y aún lo tiene, en mayor o menor medida con subidas y bajadas a lo largo de los años. Yo creo que el espíritu del rock, la actitud del rock sigue presente en un montón de géneros nuevos y es algo que el documental también investiga hacia el final: dónde está el rock o hacia dónde va el rock.
-“El rock no está muerto” es la conversación de estos días, ¿ven esto mutando en nuevas generaciones?
PT: -Yo creo que cuando Elvis dejó de cantar rock and roll para cantar baladas dijeron que estaba muerto. Cuando murió Ritchie Valens dijeron que el rock estaba muerto. Cuando murió Kurt Cobain dijeron que el rock estaba muerto. La gente está siempre matando al rock; yo no creo que haya como una fecha de vencimiento y que algo tiene que morir. Me parece que el rock ya es algo que es como eterno, es como un clásico, pase lo que pase en el futuro el rock ya está, ya existe, ya es parte del canon. Digo, es como hablar de la música clásica, todos sus compositores murieron hace cientos de años y sin embargo la música sigue viva para siempre. La pregunta sería más: ¿qué pasa con las nuevas generaciones? Si seguirán haciendo rock o no, y como dije antes es algo que le preguntamos a todos los entrevistados. Pero yo creo que sigue vivo, que tiene momentos de mayor trascendencia y otros de menor trascendencia, pero claramente como dijo David Byrne en una entrevista, nos dijo que él cree que el rock va a resurgir y que va a resurgir del tercer mundo, así que bueno, será cuestión de esperar y ver.
Ampliar las voces
Entendiendo que también fue una producción ejecutiva del justamente productor musical Gustavo Santaolalla, vimos mucho desde su punto de vista y su trayecto. No obstante, al afirmar que contarían “la historia del rock en América Latina” uno espera una vista más amplia. Hubiera sido interesante ver mucho más allá, justamente porque mucho público nuevo estaría viendo esta historia y el cómo y desde dónde contarla es muy importante.
La sinopsis comenta que la serie cuenta “50 años del género musical en la región a través de testimonios de sus auténticos protagonistas: los músicos”. Así vemos a Enrique Guzmán (Los Teen Tops), Alex Lora (El Tri), Fher Olvera (Maná), Rubén Albarrán (Café Tacvba), Tito Fuentes y Paco Ayala (Molotov), Julieta Venegas en México; Litto Nebbia, Charly García, Fito Páez, Andrés Calamaro, Zeta Bosio (Soda Stereo) y Vicentico (Los Fabulosos Cadillacs) en Argentina; Andrea Echeverri y Héctor Buitrago (Aterciopelados) en Colombia; Jorge González (Los Prisioneros), Beto Cuevas (La Ley) y Álvaro Enríquez (Los Tres) en Chile; Residente (Calle 13) en Puerto Rico y artistas de Uruguay, Perú, Venezuela y los Estados Unidos.
Una vez más insisto en que el nombre de la “docuserie” afirma que es la historia del rock en América Latina, aunque el productor señala que trata sobre el rock “en español”. Pero en ese caso el título o el enfoque debió haber sido otro, porque por ejemplo aquí se obvia a Brasil que tuvo bandas fundamentales del género.
No obstante, creo que guste o no, todo esto generó un debate interesante y movilizó a la gente. Eso hizo visible la necesidad de contar nuestras historias como colectivo, en este caso en lo musical a través del tiempo. Entiendo también que es una serie de Netflix con productoras discográficas involucradas. Obviamente se hablaría desde un foco muy específico, pero en todo caso no debieron hacerlo tan evidente.
En ese caso si esta oleada de comentarios pudiera generar así más documentales no como respuesta sino en forma adicional, también estaríamos ganando porque con todas las piezas podríamos establecer nuestro árbol genealógico del rock en todo el continente latinoamericano, ver por dónde fluyó y fluye nuestro ADN rockero y cómo a su vez este género influyó en otras corrientes.
En el costado personal, hubiera sido ideal que los productores se contacten con periodistas paraguayos para profundizar más en nuestra historia y quizás sacaban algo digno de incluir. Aunque no haya éxitos internacionales del rock bien podría hablarse de cómo lo que pasaba por fuera estaba influyendo aquí.
Igualmente, la falta de Paraguay o aunque sea una mirada a lo que sucedía aquí, es también algo que debe movilizarnos e interpelarnos, hacernos notar que estamos carentes de un buen registro, sobre todo de las décadas de los 60/70, y que es hora de mirarnos más, grabarnos más y escribirnos más. Los artistas, por su parte, deben generar ese diálogo internacional, que si bien se está logrando y lo celebro, aún falta mucho camino por recorrer. O si no siempre asociarán a Paraguay solo con una guarania, lo cual no está mal, pero hoy nos identifican muchas cosas más que eso. Esas son estructuras de pensamientos que también a nosotros nos toca romper.