Pedro Juan Caballero, después de Rafaat

En Paraguay era un respetado empresario, pero en Brasil fue condenado por narcotráfico. Tras la muerte de Jorge Rafaat Toumani, la vida en Pedro Juan Caballero parece seguir con normalidad, pero en un mundo oculto ante todos, hay aún disputas.

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La vida continúa en Pedro Juan Caballero. Ha pasado poco más de un mes desde el día en el que sicarios del narcotráfico montaron un operativo digno de una superproducción de Hollywood y asesinaron al capo mafioso Jorge Rafaat Toumani mientras éste se desplazaba a bordo de su lujosa camioneta Hummer por las calles de la capital del departamento de Amambay.

Del atentado poco y nada se comenta entre los ciudadanos de este distrito ubicado a 550 kilómetros de Asunción, en la frontera seca con Brasil. Quizás, llevar la poco honrosa marca de ser una de las zonas más violentas del Paraguay desde hace años terminó por sumir a la población pedrojuanina en una especie de acostumbramiento a situaciones como ésta.

Quienes crecieron en Pedro Juan Caballero aseguran que en sus años de infancia en más de una oportunidad se cruzaron con cuerpos de hombres asesinados arrojados en alguna vereda mientras iban de camino a la escuela; o que cuando escuchaban las sirenas de la ambulancia trepaban los muros que rodean el hospital regional para observar a quienes llegaban hasta el centro asistencial.

Una realidad que quienes viven fuera de Pedro Juan no pueden dimensionar. La violencia del crimen organizado lleva años enseñoreada en la capital del Amambay, considerada punto clave de la ruta del narcotráfico rumbo a tierras brasileñas y, desde allí, al mundo.

Establecer la fecha exacta de la llegada de Rafaat Toumani a territorio paraguayo es casi imposible; sin embargo, documentos oficiales demuestran que el capo mafioso se había instalado en territorio paraguayo ya en la década de los ’80.

Documentos migratorios a los que tuvo acceso ABC Color revelan que el hombre nacido en el estado brasileño de Matto Grosso do Sul consiguió su radicación permanente en Paraguay en 1987. Fuentes del submundo del narcotráfico señalan que comenzó a construir de a poco su poderío ya en aquellos años de la mano del “empresario” Fahd Jamil Georges, quien durante décadas fuera amo y señor del hampa fronteriza.

A principios de la década de los ’90, Jorge Rafaat Toumani encontraría en Luiz Carlos da Rocha, más conocido como “Cabeça Branca” (apodo que se ganó por los blancos cabellos que pintaban su cabeza con poco más de 30 años), un aliado vital.

Ambos eran jóvenes y ambiciosos. Rafaat había comenzando a construir una red de amplia gama de proveedores de marihuana en territorio paraguayo, donde lo llamaban “empresario”; a Da Rocha le interesaba fortalecer la logística que había creado.

En diciembre de 1990, en una reunión en Pedro Juan Caballero, Rafaat Toumani y Cabeça Branca intercambiaron teléfonos y acordaron detalles de cómo combinar la logística y los clientes de Luiz Carlos con los proveedores y la experticia para el tráfico de frontera de Jorge.

Esa alianza fue vital para que Cabeça Branca se convirtiera en el dueño de una lucrativa red de envío de cocaína producida en Perú y Bolivia a la frontera seca paraguaya y desde allí a Brasil y el mundo. Durante la década de los 2000, a la alianza entre ambos se le fueron sumando traficantes de Paraguay y Brasil, pero también de otros países como Bolivia, Colombia y Perú. Era la piedra fundamental de lo que en la década de los '90 periodistas de ABC Color y El País de Montevideo decidieron bautizar como el “Narcosur”.

Fortalecido con sus alianzas, Rafaat Toumani fue construyendo un imperio en el que era el único “padrino”. No había discusiones a sus órdenes y para asegurar su poderío, se encargó de armar un ejército de sicarios, brazo ejecutor de sus palabras y encargados de eliminar a todo aquel que osara desafiar su caudillaje en el hampa.

Precisamente, las alianzas con narcotraficantes de otros países comenzaron a multiplicarse tras la caída de Luiz Fernando da Costa, más conocido como Fernandinho Beira Mar, el todopoderoso jefe del Comando Vermelho que durante años había sido el único patrón del hampa paraguayo-brasileño.

Con la detención de Beira Mar, enviado a una prisión de máxima seguridad en Brasil, la red de Rafaat Toumani y Cabeça Branca comenzó a crecer. Mientras otros perdían el tiempo con peleas, ellos se encargaron de eliminar a quienes no estaban dispuestos a sumárseles.

De acuerdo a versiones de instituciones dedicadas a la lucha contra el narcotráfico en Brasil y Paraguay, la organización criminal de Rafaat Toumani movía una ganancia líquida de alrededor de US$ 3 millones mensuales solo con el tráfico de cocaína.

Con ese dinero, podían comprar a policías, fiscales, jueces y asegurarse protección política. De hecho, varios hombres señalados como componentes de la organización de Rafaat y Cabeça Branca llegaron a presentarse como candidatos en varias ocasiones, principalmente en Paraguay.

Detrás de la fachada de honorables empresarios y ganaderos, Rafaat Toumani y Da Rocha dominaban el narcotráfico sin que nadie los molestara en territorio paraguayo, donde podían moverse a sus anchas, a pesar de que la justicia brasileña los reclamaba.

Un trabajo en conjunto entre ABC Color y la Revista Veja de Brasil detectó que mientras Rafaat se seguía moviendo como gran empresario en Paraguay, en territorio brasileño le esperaba una larga condena por narcotráfico y tenía un proceso judicial aún pendiente por lavado de dinero.

De acuerdo a los documentos oficiales a los que tuvieron acceso ABC y Veja, Jorge Rafaat Toumani, Joseph Rafaat Toumani y Luiz Carlos Da Rocha fueron condenados juntos en 2013 por el juez federal brasileño Odilon de Oliveira por producción de estupefacientes y narcotráfico.

A Cabeça Branca se le impuso una pena privativa de libertad de 34 años, mientras que a Jorge Rafaat se le dieron 47 años de prisión; y a su hermano, Joseph, se le impusieron 15 años. Todos además debían pagar millonarias multas.

Da Rocha se encuentra con paradero desconocido desde hace años, mientras que los Rafaat presentaron varios recursos para tratar de evadir la cárcel. De acuerdo a lo dispuesto por De Oliveira, todos debían ir a parar a una cárcel de máxima seguridad.

Los hermanos Rafaat se les endilgó ser propietarios de un gigantesco laboratorio en el que procesaban cocaína en la zona de Santa Catarina, Brasil. Además, eran investigados por lavado de dinero y evasión, debido a que abrieron de forma totalmente irregular una casa de cambios, precisamente una de las formas favoritas de la mafia de limpiar el dinero que obtiene de manera ilegal.

A pesar de esto, Jorge Rafaat Toumani se seguía moviendo con amplia libertad dentro de territorio paraguayo, donde, para los documentos oficiales, era un “agricultor” y donde se presentaba como un empresario y trabajador.

El año pasado, el narcotraficante Ezequiel De Souza lo había señalado como uno de los patrones de la frontera en una conversación que mantuvo con el entonces titular de la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad), Luis Rojas y los senadores Arnaldo Giuzzio y Arnoldo Wiens. Una vez que el audio de la conversación salió a la luz, las autoridades anunciaron con parafernalia que se realizarían investigaciones; sin embargo, como pasa siempre, la cuestión quedó en la nada. Había hasta políticos y fiscales implicados, todos libres.

Rafaat fue vinculado a varios cargamentos de cocaína incautados en territorio paraguayo y hasta con las narcoavionetas que fueron incautadas el año pasado y que revelaron un esquema de corrupción y protección al crimen organizado dentro de la Dinac. Aún así, para las autoridades paraguayas nunca hubo motivo alguno para apresarlo.

Fuentes del Ministerio Público revelaron que la Oficina Especializada en Lucha contra el Narcotráfico había abierto una investigación contra los Rafaat por supuesto lavado de dinero, debido a que el caudal económico del que hacían gala no condecía con sus ingresos legales.

Sin embargo, los fiscales de esa unidad se habrían visto rebasados debido a la falta de estructura para aguantar esa investigación además del proceso abierto contra los hermanos Sánchez Garcete (Carlos Rubén, Ardonio y Denilso) por lavado de dinero vinculado al narcotráfico. “No se pudo avanzar demasiado en la otra, porque nos abocamos en ésta. A partir de haber cerrado esa, se iba a profundizar en la otra. Se investiga la falta de justificación legítima de muchos bienes de esta persona”, contó una fuente de la fiscalía antidrogas.

¿Por qué no podían avanzar con las dos al mismo tiempo?, preguntamos. “La infraestructura no da”, confesó.

Rafaat Toumani, quiso mantener el antiguo sistema de actuar de la mafia fronteriza, un sistema en el que solo podía existir un “Padrino”, al estilo de su “mentor”, Fahd Jamil Georges.

A pesar de su crecimiento, Rafaat siempre estuvo cerca de Jamil. Fue tal su cercanía que consiguió la bendición de Jamil para mandar asesinar a su primo, el poderoso narco Luis Henrique Georges, alias “Tulú” en octubre de 2012.

El poderío crecía, pero también se comenzaba a definir la suerte de Rafaat. Es que dentro de las estructuras mafiosas ya no se opera con un solo “padrino” y eso, de hecho, lo aprendieron de Rafaat y su alianza con Cabeça Branca. Actualmente, el crimen organizado ya no utiliza el sistema en el que un solo capo acapare toda la estructura y más bien impusieron un sistema cooperativo en donde dividen ganancias, pérdidas y pago de sobornos.

Es por eso que el destino de Rafaat Toumani fue sellado hace tiempo.

De acuerdo a varias fuentes, Jarvis Ximenes Pavao habría sido quien encargó el asesinato de Jorge Rafaat Toumani, un asesinato que fue perpetrado en junio pasado pero que ya tuvo un primer intento en marzo, cuando las fuerzas del orden encontraron un camión blindado en el que se transportaban armas parecidas a las que utilizaron para asesinar al capo mafioso.

Jarvis se convirtió así en el nuevo amo y señor del hampa fronteriza.

Con el asesinato de Rafaat, un brasileño de apenas 32 años se convirtió momentáneamente en el nuevo jefe regional del Primer Comando Capital (PCC) en Pedro Juan Caballero, conocido como Gallant o Gala, usa tres identidades: Oliver Giovanni da Silva, Elton da Silva Leonel e Ronaldo Rodrigo Benites.

Gala es aliado de Pavao, quien cumple con una condena por narcotráfico en el penal de Tacumbú y desde donde habría ordenado el asesinato de Rafaat Toumani.

Para perpetrar el crimen, irónicamente, Pavao siguió el ejemplo de Rafaat y estableció una alianza, pero esta vez sus aliados fueron facciones de los poderosos grupos criminales brasileños Primer Comando da Capital (PCC) y el Comando Vermelho (CV), este último fundado por Fernandinho Beira Mara. A ellos se les sumó además un hermano del fallecido Tulú, conocido como “Tata” y juntos solventaron el ataque que costó US$ 1.000.000, una suma irrisoria para el crimen organizado, si se tiene en cuenta la enorme cantidad de ganancia que genera esta frontera en cuanto al tráfico de drogas y armas.

Pavao. Con su alianza con las facciones unidas del Primer Comando da Capital (PCC) y el Comando Vermelho (CV), Jarvis posee ahora en estas dos organizaciones criminales un brazo armado para sustentar los negocios de armas, cocaína y marihuana en el Amambay. Rafaat Toumani, en los últimos años monopolizaba todo este negocio y mantenía una lucha frontal contra el PCC y el CV por el control de este negocio que rendía una ganancia de US$ 3 millones de dólares mensuales.

El asesinato de Rafaat Toumani no solo permitió el cambio de señor en la zona de la frontera seca entre Paraguay y Brasil, esa zona de nadie en la que la violencia es ley, sino que también asestó un duro golpe al esquema que había permitido a Luis Carlos Da Rocha, alias Cabeça Branca, convertirse en el narcotraficante más poderoso del vecino país.

El crimen deja a Cabeça Branca como uno de los grandes perdedores y detrás de él a varios de sus aliados, entre los que se cuentan incluso políticos.

Uno de los que es señalado como supuesto vinculado al grupo de Da Rocha es Carlos Rubén Sánchez Garcete, más conocido como “Chicharó”, condenado en Brasil por lavado de dinero vinculado al narcotráfico y quien llegó a ser de mano del Partido Colorado diputado suplente por el departamento de Amambay.

Chicharó vio frustradas sus intenciones de ser intendente de Capitán Bado, otra ciudad clave en el camino de la droga, cuando fue detenido en mayo de 2015. Actualmente afronta junto a sus hermanos Ardonio y Denilso, a quien finalmente ubicó como jefe comunal, una causa por lavado de dinero en Paraguay.

Otro vinculado al esquema de Da Rocha es el suboficial Águedo Ronaldo Lezcano, quien fuera detenido en 2014 mientras transportaba una carga de cocaína líquida. El narcopolicía es hermano del diputado por el departamento de Amambay, Marcial Lezcano.

Además, Chicharó es amigo y defendido constantemente por los también diputados Freddy D’Ecclesiis, Bernardo Villalba y Óscar Tuma. El primero es señalado por sus supuestos vínculos con el narcotráfico, el segundo fue abogado de varios narcotraficantes y hay grabaciones en la que pedía a un jefe del Comando Vermelho dinero para su campaña política; mientras que el último fue quien apoyó la candidatura de Carlos Rubén y Denilso para la intendencia de Capitán Bado.

La vida en Pedro Juan Caballero volvió a la normalidad, sometida a una tensa calma a la espera de que algún suceso de sangre los volviera a sacudir. Según una fuente del submundo del hampa, aún no se inició la “limpieza” o el “cambio de sangre” como lo llaman los capos del narcotráfico, cuando ocupan un lugar de otro y comienzan los asesinatos de los que fueron colaboradores, pistoleros y contactos económicos del desaparecido narco.

Existirían entre 15 a 20 personas que serían aún ejecutadas en la frontera seca; sin embargo, debido a la atención que generó el asesinato de Rafaat, los nuevos capos decidieron esperar para llevar a cabo la “limpieza”. Incluso se habla que los nuevos jefes ya adelantaron que los asesinatos se harán en el lado brasileño y de registrarse en el lado paraguayo, los sicarios cargarían a sus víctimas para arrojarlos en el lado brasileño.

La nueva organización está preparando la estructura a través de la cual trabajarán en forma coordinada y como resultado se tendrá el envío de grandes cargamento de cocaína, armas y marihuana desde Amambay. Tanto el PCC y el CV ya tienen vasta experiencia en este tipo de trabajo en el Brasil, donde desde hace años coordinan los envíos de las cargas y finalmente dividen ganancias y pérdidas.

Los familiares de Rafaat Toumani ya habrían abandonado la zona de Amambay y ahora no se descarta que los nuevos patrones del crimen organizado los despojen de sus bienes: negocios, estancias, animales y otros.

Lo cierto es que los nuevos capos no permitirán que su familia siga ganando plata en la frontera y los que serían asesinados son sus ex pistoleros, contactos económicos y gente allegada al desaparecido narco.

Los efectivos de la Policía que el Ministerio del Interior había anunciado que enviaría para reforzar la seguridad tras el crimen ya abandonaron nuevamente la zona. 

Así es la vida en Pedro Juan Caballero después de Rafaat.

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