“El Rey” es una interesante tragedia monárquica

Reyes y súbditos son simples hormigas atrapadas en los engranajes de la historia en este drama histórico shakespeareano muy bien actuado pero algo carente de impulso y energía.

Timothée Chalamet como Enrique V de Inglaterra en "El Rey".Netflix
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El director David Michôd y el actor –y también director– Joel Edgerton unieron fuerzas para hacer una adaptación de las obras de William Shakespeare sobre el rey Enrique V de Inglaterra, con resultados más que interesantes, si bien finalmente mixtos.

El Rey ofrece una mirada fascinante del inicio del reinado de Enrique V, uno de los monarcas más icónicos del Reino Unido, que pinta al hombre más poderoso de uno de los mayores reinos de la Europa medieval, más allá de su inmenso poder, como un peón más en el juego de ajedrez de la Historia, sujeto a los imprevisibles caprichos de un mar geo-político que lo azota con oleadas causadas por rencores del pasado y las maquinaciones secretas de aquellos a su alrededor.

Es un retrato crítico pero no de total reproche al rey en cuestión y a la misma institución de la monarquía; un relato que si bien está engalanado por un elenco de actores casi unánimemente excepcional y puntuado por algunas secuencias extraordinarias, la película sufre de una actuación central algo anémica de Timothée Chalamet y una duración con la que quizá los realizadores deberían haber sido algo más despiadados en la sala de edición.

"El Rey" está disponible vía Netflix.

La película encuentra a Enrique, príncipe de Gales, alejado de la corte real de su padre, el rey Enrique IV (Ben Mendelsohn), a quien desprecia por considerarlo un monarca rencoroso que mantiene al reino en un conflicto civil debido a viejos rencores. Cuando el rey muere y Enrique, a regañadientes, tiene que sucederlo en el trono, se propone dejar de lado las enemistades de su padre y unir al reino en paz.

Sin embargo, no pasa mucho tiempo para que una provocación de Luis (Robert Pattinson), el Delfín (príncipe heredero) de Francia acabe obligando a Enrique a llevar sus tropas al continente europeo para hacerle frente, espoleado por consejeros y nobles que le dicen que debe proyectar fuerza para no perder la confianza del reino.

Michôd y su director de fotografía Adam Arkapaw crean mosaicos muy estilizados, con una perpetua bruma que nubla tanto los palacios reales como las calles lodosas y los campos de batalla por los que se desplaza la historia, pero sin despojar a la película de un aspecto naturalista, a diferencia de producciones más “teatrales” como la adaptación de Macbeth de Justin Kurzel, que tenía un lenguaje visual que por momentos se acercaba más a 300.

Joel Edgerton como John Falstaff.

El enfoque visual que adopta El Rey acaba teniendo su mayor impacto en los momentos de acción bélica, en particular en la batalla de Agincourt en el clímax de la película, una secuencia excelente que, al igual que la película Legítimo Rey el año pasado, comunica de forma aterradoramente eficiente el caos asfixiante del combate medieval, que inmediatamente luego del contacto entre las dos fuerzas desemboca en un desastre de peleas mano a mano en el que resulta difícil saber incluso quién es aliado y quién es enemigo; un combate crudo y literal y figurativamente sucio.

La película cuenta con un elenco extraordinario en que el eslabón débil, o más bien el eslabón menos destacable, es lastimosamente el protagonista: el guión de Michôd y Edgerton interpreta a Enrique V como un idealista atormentado por las concesiones que debe hacer, que llevan al nuevo rey a tomar decisiones que claramente detesta y luego va convirtiéndolo en alguien que el Enrique que aún no llevaba una corona hubiera despreciado como despreciaba a su padre. Pero todo esto es transmitido por la fuerza del guión, ya que Chalamet da una actuación más bien monótona.

Afortunadamente, lo rodea un elenco espectacular, en que destaca el propio Joel Edgerton como el veterano soldado John Falstaff, hombre de confianza de Enrique y su “cable a tierra” en los momentos más álguidos de su campaña militar. Igualmente excelente es Sean Harris como William Gascoigne, cuya presencia siempre está arropada en una inquietante ambigüedad que lo convierte en la encarnación del sistema político que al mismo tiempo da poder y limita al rey.

Robert Pattinson como Luis, el Delfín de Francia.

Y especialmente interesante es la actuación de Robert Pattinson como el Delfín, que parece directamente sacada de alguna otra película.

Pattinson interpreta a Luis como un villano de dibujo animado, amenazante y claramente disfrutando el efecto que su crueldad tiene en sus enemigos, pero a pesar de que desentona con el resto de la película, su actuación se siente intencional y con propósito: es la crítica más explícita que el filme hace de la monarquía, un sistema que era capaz de atar el destino de cientos de miles de personas a los caprichos de unos pocos individuos puestos en una posición de poder solamente por accidente de nacimiento.

Al final, El Rey es un conjunto de – por lo general – muy buenas actuaciones y una serie de escenas impactantes que están esparcidas por una película que no puede terminar de justificar sus dos horas y media de duración, pero que tampoco se siente interminable.

El tipo de película que se puede ver y disfrutar una vez, pero que probablemente no se vuelva a visitar.

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EL REY (The King)

Dirigida por David Michôd

Escrita por David Michôd y Joel Edgerton (basada en obras teatrales de William Shakespeare)

Producida por David Michôd, Joel Edgerton, Brad Pitt, Dede Gardner, Jeremy Kleiner y Liz Watts

Edición por Peter Sciberras

Dirección de fotografía por Adam Arkapaw

Banda sonora compuesta por Nicholas Britell

Elenco: Timothée Chalamet, Joel Edgerton, Sean Harris, Robert Pattinson, Lily-Rose Depp, Ben Mendelsohn, Thomasin MacKenzie, Tom Glynn-Carney, Dean-Charles Chapman, Stephen Fewell, Tara Fitzgerald, Steven Edler, Thibault de Montalembert

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