Cargando...
Por José Riquelme (19 años)
Cuando se avizora la tarde, la canchita de la manzana es el punto de encuentro de los niños que llegan de la escuela para un rato de solaz. Este lugar ha sido y será la cuna de grandes estrellas del fútbol local y también mundial. Además, cabe destacar la incorporación femenina a este deporte, aunque en la niñez todo gira en torno a un simple juego.
Camiseta de algún club de preferencia personal, shorcito y, en varios casos, sin el calzado adecuado para el “partidito” son los atuendos de los niños que se reúnen para disfrutar de un momento mágico en el que la euforia de sentirse astros del balompié les invade el corazón. Individualidades, goles de fantasía y los festejos pintorescos son los atractivos de estas fiestas vespertinas.
La cita para el encuentro deportivo no solo es de niños, sino también de jóvenes y adultos. Aunque estos últimos, generalmente, protagonizan el show futbolístico solo los fines de semana. Sin embargo, no deja de ser un jolgorio para liberar al cuerpo y al espíritu de la carga atiborrada de estrés contraída en los días de trabajo.
Sin dudas, la canchita del barrio sigue siendo la terapia perfecta de relajación en algunos casos y, en otros, la testigo muda de la formación de futuros crack del fútbol nacional y, por qué no, del mundo entero. Este mágico lugar de divertimento sigue tan campante como antes y es poco probable que en algún momento desaparezca del mapa.
Ayer, hoy y siempre, la cancha barrial será el centro de confraternidad entre vecinos, sin distinción de género ni edad.
Cuando se avizora la tarde, la canchita de la manzana es el punto de encuentro de los niños que llegan de la escuela para un rato de solaz. Este lugar ha sido y será la cuna de grandes estrellas del fútbol local y también mundial. Además, cabe destacar la incorporación femenina a este deporte, aunque en la niñez todo gira en torno a un simple juego.
Camiseta de algún club de preferencia personal, shorcito y, en varios casos, sin el calzado adecuado para el “partidito” son los atuendos de los niños que se reúnen para disfrutar de un momento mágico en el que la euforia de sentirse astros del balompié les invade el corazón. Individualidades, goles de fantasía y los festejos pintorescos son los atractivos de estas fiestas vespertinas.
La cita para el encuentro deportivo no solo es de niños, sino también de jóvenes y adultos. Aunque estos últimos, generalmente, protagonizan el show futbolístico solo los fines de semana. Sin embargo, no deja de ser un jolgorio para liberar al cuerpo y al espíritu de la carga atiborrada de estrés contraída en los días de trabajo.
Sin dudas, la canchita del barrio sigue siendo la terapia perfecta de relajación en algunos casos y, en otros, la testigo muda de la formación de futuros crack del fútbol nacional y, por qué no, del mundo entero. Este mágico lugar de divertimento sigue tan campante como antes y es poco probable que en algún momento desaparezca del mapa.
Ayer, hoy y siempre, la cancha barrial será el centro de confraternidad entre vecinos, sin distinción de género ni edad.