La mayoría de las vacas lecheras tienen origen en climas templados a fríos, y la temperatura de confort de las mismas está entre 13ºC y 18ºC. A medida que aumenta la temperatura ambiente, las vacas son cada vez más ineficientes en intercambiar el calor corporal con el del ambiente, hasta llegar al “estrés calórico”, situación en que aparecen problemas nutricionales, productivos y reproductivos.

El estrés por calor es sufrido principalmente por las vacas de alta producción de leche, aunque se ha demostrado también que afecta a las vacas secas, que paren terneros más livianos y presentan más problemas al parto, como retención de placenta, mastitis y otros.

“El impacto más negativo se ve en el volumen de producción de leche. La vaca que padece de estrés calórico, primero aumenta la temperatura interna corporal, que normalmente es de 39 grados centígrados, pero la vaca que está sometida a los efectos negativos del calor y la humedad, que es la combinación perjudicial, aumenta su temperatura corporal a 40 y 41 grados centígrados, al igual que su frecuencia respiratoria, lo que le produce jadeo y salivación”, explicó el Dr. Felipe Figueredo, quien indicó que ese es el cuadro típico del estrés calórico, que también provoca disminución de consumo de alimento y, por ende, disminución de la producción de leche y aumento de la ingestión de agua.


Pobre desempeño reproductivo

Todos los años es posible observar una caída en la tasa de fertilidad cuando hay altas temperaturas climáticas. Esto sucede porque las etapas de celos son más cortas y menos intensas, además de altas tasas de mortalidad embrionaria.

El profesional explicó que el estrés calórico afecta la reproducción debido a que, según estudios realizados a embriones (en laboratorio) y vacas (en ensayo de campo), el embrión es muy susceptible al calentamiento durante las primeras 48 horas de desarrollo.

“Normalmente los resultados de reproducción, al primer servicio, son de 55% a 70%. En época calurosa se preña apenas un 8 al 10%. Esos son los valores que manejamos”, apuntó el profesional.

Igualmente, dijo que en tiempos calurosos, las vacas son más susceptibles a las enfermedades parasitarias, a los ectoparásitos, las moscas, las garrapatas y uras.

“También hay una multiplicación de los gérmenes patógenos. Asociada a esto, la defensa o inmunidad del animal está disminuida; entonces tenemos la predisposición a diferentes enfermedades, tanto en las terneras, en la recría como en las vacas en producción”.


Vacas lecheras

Las vacas lecheras sometidas a estrés calórico disminuyen considerablemente su capacidad productiva, pues las etapas de celos son más cortas y menos intensas, y padecen con más facilidad de mortalidad embrionaria.

El estrés calórico en las vacas lecheras provoca disminución de consumo de alimento y, por ende, disminución de la producción de leche y aumento de ingestión de agua.


Paquete de medidas

El Dr. Figueredo sugiere una serie de medidas que se deben poner en práctica para minimizar los efectos del estrés calórico en el ganado lechero de alta producción en climas cálidos:

* Confort de las vacas.
La modificación del ambiente en favor del bienestar de las vacas lecheras, para lo cual se recurre a la movilización del ganado en horas más apropiadas, por ejemplo a la madrugada y la noche, dejándolo a la sombra en las horas picos de calor.


* Instalaciones bien ventiladas, adecuadas e higiénicas.
Los techos pueden ser aislados, si es posible pintados en blanco.


* Incorporación de tecnología.
Las cortinas de agua con un aire forzado, movido con potentes ventiladores, disminuye por lo menos 5 a 10 grados la temperatura de un ambiente determinado.


* Contar con sombras naturales, que son las mejores, y sombras artificiales.
Mucha arboleda, protección de árboles, cercos vivos, montes, y sombras artificiales y portátiles, es decir, capaces de moverse conforme se desplazan las vacas.

* Pastoreo nocturno.
“Nosotros adoptamos este sistema porque la cantidad de materia seca ingerida por las vacas no era suficiente. Comprobamos que la hora más benigna para el pastoreo, dentro de las 24 horas, era la noche, y es en ese lapso cuando logramos que las vacas ingirieran la cantidad de materia seca que no lograban levantar durante las horas pico de calor”, puntualizó nuestro entrevistado.


El agua es vital

Señaló que el agua, dentro de la nutrición de las vacas, es el nutriente más importante, y todavía más en épocas de calor. “Nosotros recomendaríamos que una vaca que produce en promedio 30 litros de leche, tome 120 a 150 litros de agua potable, limpia, por día”.


Raza adaptada

El Dr. Figueredo acotó que en su establecimiento también desarrollan un biotipo de ganado, que es una combinación de razas.

“Hicimos el cruzamiento de la Holanda con la Jersey. Esto nos permite contar con un animal mucho más rústico, más aclimatado y a la vez muy productivo, porque es fértil, se preña fácil y produce mucha y buena calidad de leche”.


Resultados

El Dr. Felipe Figueredo destacó igualmente que hace 15 años vienen desarrollando el paquete de medidas para el manejo de las vacas lecheras de alta producción, y que cada año incrementan un mínimo de 10% la producción. “Estamos ya más que duplicando la producción total, gracias a simples medidas de manejo.
Nuestro cálculo de factibilidad de las inversiones, para calcular el costo-beneficio de la incorporación de tecnología en las instalaciones, demostró que amortizaríamos los gastos en sólo 2 años y nos equivocamos, porque en una temporada de 10 meses ya se amortizaron todos los equipos.

De manera que la inversión para adquisición de tecnología es posible y muy importante, al igual que el empleo de ciertas medidas de manejo, que no representa un costo directo.”

Fotos: MATKEI