Los que lo recuerdan de sus años de juventud cuentan que Sotelo era un modesto agente policial que tuvo como uno de sus primeros cargos de relevancia ser jefe de la comisaría de Hernandarias, ciudad en la que está afincada la fábrica de cigarrillos del expresidente Horacio Cartes.
Fue el mismo Cartes quien en 2015 nombró a Sotelo Cáceres como comandante de la Policía, luego de destituir a Francisco Alvarenga, salpicado por el escándalo del millonario desvío de fondos de combustibles de la institución.
Sotelo, amigo de Alvarenga, con el que incluso compartía su afición por los caballos, declaró un patrimonio de G. 1.321 millones cuando asumió como comandante.
En ese entonces refería ser propietario de diez inmuebles distribuidos en Hernandarias, Ypané, Paraguarí, Ybytymí, Villa Elisa y Ñemby.
También incluyó en su manifestación de bienes un total de 274 animales, entre porcinos, ovinos, vacunos y equinos.
Decía ser poseedor de dos camionetas y un tractor.
Para enero de 2017, el patrimonio de Sotelo había superado ya los G. 1.495 millones.
Los diez inmuebles se habían convertido en doce y ya casi alcanzaba los 300 animales en su actividad agropecuaria.
A pesar de que decía dedicarse a la actividad agropecuaria, Sotelo Cáceres no declaró entre sus egresos anuales pagos de tributos como el Impuesto a la Renta Personal (IRP), el Impuesto a la Renta de las Actividades Agropecuarias (Iragro) o el IVA Agropecuario.
Sotelo era comandante de la Policía cuando entre la noche del 31 de marzo y el 1 de abril de 2017, efectivos de las fuerzas del orden atropellaron y balearon la sede del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) tras las manifestaciones que se generaron en el centro por el intento de enmienda constitucional llevada adelante por el cartismo.
En las horas y minutos previos del ataque al PLRA, Sotelo mantuvo constante comunicación con José Ortiz Escauriza, gerente del grupo Cartes que hacía las veces de “asesor” de la Policía Nacional.
Fue cambiado tras dichos sucesos, en mayo de ese año.