-Usted es abogado...
-Soy abogado, egresado de la Universidad Nacional. Hice una especialización en la Georgetown University en Washington. Estuve en el servicio diplomático desde 1954, director de ceremonial y embajador extraordinario y plenipotenciario...
-De ahí su relación con estos acontecimientos, como la crisis fronteriza con Brasil y la firma de los tratados de Itaipú y Yacyretá...
-Fui un testigo privilegiado. El protagonismo que tuve tal vez se lo debo mucho a mi padre, don José Pappalardo, quien fue un hombre de confianza de Stroessner. Ellos combatieron juntos en la Guerra del Chaco. Eran artilleros. De ahí pienso que en estos asuntos de política exterior, tuve la confianza para encarar misiones que en muchos casos fueron muy delicadas. Todos estos años he tratado de mantener en la confidencialidad muchos de estos asuntos para no herir susceptibilidades, pero creo que hoy puede contribuir a entender mejor muchas cosas...
-Usted por supuesto no está de acuerdo en que esto fue “una entrega” al Brasil...
-En Itaipú, yo estoy seguro de que el Paraguay hizo un buen negocio. Yacyretá también fue un buen negocio con la Argentina. Las dos hidroeléctricas son el patrimonio más importante que tiene hoy la República del Paraguay. Le doy un ejemplo. El territorio nacional tiene 41 millones de hectáreas. Póngale un precio: digamos 1.000 por hectárea, incluyendo todo el Chaco. Son 41.000 millones de dólares. Solo Itaipú está valuado en 80.000 millones. La mitad es nuestro y no pusimos un céntimo para construirlo. Se hizo con garantía de Brasil. Paraguay no puso ni el aval.
-Paraguay puso el agua...
-Pusimos el agua, es cierto, pero cobramos por el agua. Son 260 millones de dólares por año que cobra el Paraguay. Brasil cobra esa misma cantidad por la otra mitad. A partir de 2023 eso desaparece. Yacyretá está valuada en más de 30.000 millones de dólares, póngale cerca de 40.000 millones. La mitad, o sea, 20.000 millones es nuestro. Sumadas las dos represas tenemos el patrimonio más grande de la República. Ahora que se avecina una gran negociación con el Brasil, no hay que perder de vista el uso de esa energía para el desarrollo. Tenemos que crear las condiciones para desarrollar el país.
-Mucha gente cree que Paraguay no le saca ningún provecho ni a Itaipú ni a Yacyretá.
-¿Usted sabe que Paraguay recibe cerca de 800 millones cash cada año de Itaipú y de Yacyretá? Esa plata se va a los municipios, a las gobernaciones. Usan para pagar sueldos. Son 800 millones de dólares por regalías: royalties, compensaciones, resarcimientos, utilidad de capital a la ANDE. Además ingresa a Hacienda por la venta de la energía que compran Brasil y Argentina. Hay dos novelas que se crearon: una es la venta de energía y, la otra, la “soberanía energética”.
-¿Es cierto que Itaipú fue la salida al problema limítrofe con Brasil por el Salto del Guairá?
-Brasil ya tenía estudios que datan de 1955. Ellos querían una represa en su territorio, unos 180 km aguas arriba de Itaipú. En esos años, Paraguay no contaba con más de dos millones de habitantes...
-Salto del Guairá era virgen...
-En esa época no se justificaba una hidroeléctrica. El precio del barril de petróleo era de 4 dólares. La exportación total del Paraguay era de 50 millones de dólares. Hoy es de 11.000 millones, imagínese. Con (el Presidente) Juscelino Kubitschek, que asumió en 1956, Stroessner firmó unos acuerdos fundamentales, como la construcción de la ruta a Paranaguá, la ruta de Coronel Oviedo a Presidente Franco, el puente de la Amistad, acuerdos que cambiaron el futuro de nuestro país. Acuérdese que fue Kubitschek el que decidió mudar la capital del Brasil a Brasilia. Era muy práctico, expeditivo. Y de nuestro lado, hay que tener en cuenta que hasta ese entonces nosotros dependíamos absolutamente de la Argentina para salir al Atlántico. Eramos como un país estrangulado. El acuerdo con Kubitschek nos permitió salir al mar por Brasil. João Goulart, siendo Presidente en 1963, fue el primero en manifestar públicamente su acuerdo para repartir el 50% de los beneficios entre los dos países...
-Lo echaron los militares...
-Lo echaron en abril de 1964. Asumió Castelo Branco, un militar que había combatido en la Segunda Guerra Mundial, un ortodoxo. Yo pienso que a Goulart el Paraguay le debe por lo menos una calle de homenaje por haber reconocido el derecho del Paraguay al 50%.
-Castelo Branco fue nuestra “piedra en el zapato”...
-Con Castelo Branco inauguramos el Puente de la Amistad, que debió llamarse “Juscelino Kubitschek”. Quedó solo como Puente de la Amistad. Los militares no lo querían a Kubitschek. De hecho, con él hicimos una inauguración protocolar del Puente en 1961. Castelo no quería hablar del tema del 50%.
-¿Cómo fue la famosa crisis?
-Paraguay y Brasil tenían un tratado de límites de 1872. Al Paraguay le correspondía la parte más alta, la que domina todo el Salto del Guairá. Cinco de los siete saltos estaban en territorio paraguayo, según el tratado. Eso no aceptaron los brasileros. El militar brasilero que demarcaba con el mayor paraguayo del arma de Ingeniería, de apellido Meza Guerrero, le dijo directamente que tenía una orden superior, de que el Salto debía ser brasilero. El mayor Meza vino al Palacio. Le concerté una entrevista con el Presidente. El Presidente informó al Consejo de Ministros. El ministro del Interior era Édgar Ynsfrán, que era un joven impulsivo. Él le mandó a su viceministro Nelson Villate a Salto del Guairá. Se fue y aterrizó en la calle principal, que era al mismo tiempo aeropuerto. Reunió a los alumnos de la escuela del lugar y se fue a cantar el Himno e izó la bandera paraguaya en Puerto Renato. Esa misma noche, el Batallón de Frontera brasilero ocupó militarmente todo el Puerto Renato. Stroessner no quiso creer. Se sorprendió de que los brasileros llegaran a ese extremo. Villate tampoco midió la consecuencia de su acto. Eso fue en junio aproximadamente..
-¿Qué hicieron?
-El Presidente me ordenó que vaya a ver si seguía ocupado el Puerto Renato. Me fui con Carlos Saldívar, que era asesor jurídico del Ministerio de Relaciones. Nos acompañó el viceministro de Relaciones Exteriores. Todos teníamos credencial de embajadores. Meza Guerrero nos estaba esperando. Aterrizamos y en la cabecera de la pista ya estaba el Ejército brasilero. Nos apresaron. Armamos un escándalo. Escuchábamos cómo pedían instrucciones a sus superiores por teléfono. Seis horas estuvimos presos hasta que nos largaron sin dar ninguna explicación. Volvimos a Asunción y el Presidente me dio la misión de ir a visitar a João Baptista Figueiredo (el último Presidente militar de Brasil), que era en ese entonces director del SNI (Servicio Nacional de Inteligencia). Me acompañó el coronel (Adolfo) Samaniego, que era el agregado militar. Ellos eran todos amigos, del arma de Caballería. Figueiredo fue fundador del Club Hípico Paraguayo cuando era agregado militar en Asunción.
-¿Qué dijo Figueiredo?
-Figueiredo fue terminante. Dijo que ni Itamaratí ni las FF.AA. iban a dejar más Puerto Renato...
-¡Brasil se apropió de territorio paraguayo!
-A nosotros nos apresaron en junio. En octubre vino a visitarnos el jefe del Comando Sur de Estados Unidos con asiento en Panamá. Habló de las preocupaciones de los Estados Unidos por el avance de la guerrilla en Sudamérica y respaldó la política anticomunista del Gobierno. Dijo en ese sentido que el Gobierno militar brasileño era tibio. Estaba enterado de los incidentes fronterizos. No pasó mucho tiempo y en noviembre vino el secretario de Estado Dean Rutz. Estuvo acompañado de dos senadores muy conocidos, uno de ellos era Frank Church, presidente de la comisión de Relaciones Exteriores. Stroessner le contó todo el problema. Le puso en antecedentes sobre el genocidio de la Guerra del 70 y la apropiación del territorio. Le habló de mi detención por el Ejército brasilero. Rutz se fue después a la embajada americana y realizó una declaración: “Los Estados Unidos están totalmente de acuerdo con la política internacional del Paraguay. Los Estados Unidos somos solidarios con su pueblo...”, dijo. Públicamente se puso a favor nuestro.
-¿Eso cuándo fue?
-El 24 de noviembre de 1965 para ser más exacto. Tres días después vino el emisario de Castelo Branco, el general Costa e Silva, el cerebro del gobierno militar, un experto en planeamiento estratégico. Era ministro de la Presidencia, una especie de superministro. Vino a anunciar que Brasil estaba dispuesto a construir una hidroeléctrica al sur del Salto del Guairá. Stroessner le dijo que estaba de acuerdo, pero con el beneficio equitativo del 50%. Acordaron en que de esa forma el conflicto de límites quedaría borrado bajo agua.
-De ahí el acta de Foz de Iguazú de 1966...
-Y bueno, los yanquis ayudaron a solucionar el problema de límites. Esa es la realidad. Itaipú fue un tratado político. Stroessner, personalmente, se fue a firmar a Brasilia. Alguien que también ayudó indirectamente a apurar la ejecución del proyecto fue el general Alejandro Agustín Lanusse...
-El último militar argentino en el poder antes de la vuelta de Perón. ¿Qué tenía que ver?
-En octubre de 1972, Lanusse fue protagonista de una accidentada visita oficial a Brasilia. El general Garrastazú Medici era el Presidente de Brasil, para mí, el más inteligente de los Presidentes militares de Brasil. Hablaba castellano perfecto. Su mamá era uruguaya. En el banquete oficial, fuera del discurso oficial, Lanusse hizo aflorar su oposición a la construcción de Itaipú. Garrastazú Medici se levantó y le dejó plantado. Gibson Barbosa, el que fue su canciller y después embajador cuenta en sus memorias ese hecho. A mí me contó en forma más cruda.
-¿Qué dijo?
-En su libro “Na diplomacia, o traço todo da vida”, él relata que Medici le dijo: “No discuta más. Firmemos el tratado y comencemos Itaipú, y rompa relaciones con Argentina”. Gibson me dijo que tardó dos meses en convencerle a su Presidente a no romper relaciones con Argentina.
(Continuará...)
(holazar@abc.com.py)