Cargando...
Muchos que no conocen la carrera militar –esperar 34 años para algún día aspirar a un cargo de alto mando– quizá no puedan entender lo que significa esperar unos 12.410 días para que lo dejen a uno apenas 57 días en un cargo... y lo envíen a su casa.
Manoseo es, según el diccionario de la Real Academia Española, ignorar o menospreciar la dignidad de alguien. Imagínese cuánto manoseo es cuando el mismo adquiere una dimensión pública –televisada, radial y escrita–, amplificada por redes sociales. Allí lo mínimo que queda es la sublevación de la palabra: “(Las FF.AA.) últimamente se ven mancilladas por quienes no la conocen, y por tanto, no la saben ni la pueden amar”.
Fue lo último que dijo el jueves último el Gral. Cáceres como despedida antes de salir del Comando Ejército. Cuando el viernes de mañana los colegas le preguntaron a su superior y comandante de las Fuerzas Militares, almirante Hugo Scolari, qué pensaba de la crítica que había hecho su subordinado, el hombre dijo que no había existido tal cosa. Sumó además otra “perla”: Que los militares están en el Norte “para atacar y ser atacados” (sic).
No es muy difícil calcular algunas de las razones del porqué nos va tan mal contra el EPP. Si una de las cabezas de la lucha no es capaz de distinguir una crítica de un relato, estamos aplazados en semántica y en lectura de realidades. A esto podríamos sumar que –por inteligencia y sentido común– un verdadero estratega no puede asumir que está en un sitio para ser atacado.
Mientras tanto, van sumando los militares que van a sus casas por miserias políticas bajo el gobierno de Horacio Cartes. No importan los años de servicio ni la foja, ¡guay de aquel que tenga un familiar en la disidencia! Por una cuestión de sobrevivencia, estamos arribando a aquel incómodo momento bíblico de negar tres veces a los parientes antes que cante algún gallo.
No pudo ser más explícito el Gral. SR Bernardino Soto Estigarribia, exministro de Defensa del mismísimo Horacio Cartes. “El Presidente permitió que civiles se inmiscuyan en cosas de las Fuerzas Armadas”, dijo, y fue más lejos al calificarlas de “manos negras de civiles” dando órdenes al interior de la institución.
El señor Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas y Presidente de la República del Paraguay se equivoca al tratar a los militares como si fueran sus gerentes, y a la institución como si fuera su empresa. Bajo los uniformes hay institución, carreras de 30 años como oficiales y 4 años como cadetes que se truncan en un abrir y cerrar de ojos por mezquindades.
Quizá los tiempos del “hemos salido de nuestros cuarteles” hayan pasado... pero los paraguayos nunca olvidaremos que los más grandes cambios en el país se han dado porque algunas ambiciones calentaron los calderos de las FF.AA.