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Me dirijo a usted como miembro de la sociedad para felicitarlo por el cargo que debe asumir el próximo miércoles, aunque a la vez también deseo recordarle algunas cosas.
Es cierto que en la asamblea pasada lo eligió un grupo, pero recuerde que no se debe solo a él, sino a todos los miembros, ya que esta es su responsabilidad como administrador de la sociedad.
A diferencia de otras sociedades mercantiles, éste es un emprendimiento muy particular, aquí no solo se buscan utilidades, lo principal es que todos los miembros sean beneficiados con dignidad y oportunidades.
Por ello no solo debe concentrarse en el bienestar de los miembros más poderosos, sino sobre todo en el de los más débiles. La sociedad no está mal financieramente, pero venimos arrastrando un problema histórico con la distribución de las utilidades y la concentración del patrimonio.
Espero que tenga también la virtud de rodearse de gente que le hable con sinceridad y le haga notar sus errores, y que no solo se rodee de adulones, oportunistas y serviles, que solo buscan beneficiarse de su relación con usted.
De hecho esto ha llevado a anteriores administradores a encerrarse en una especie de burbuja que los desconectó de la sociedad y que hizo que fracasaran en su gestión.
Un buen administrador se rodea de las mejores personas posibles, aquellas que tienen la capacidad de decirle incluso lo que no es agradable escuchar.
Veo como algo inquietante que anunció que resucitará como colaboradores a algunos postulantes de opaco currículum y sin buenas referencias personales.
No puedo negarle que soy pesimista en este punto, muchas veces se lo hicimos notar y los justificaba, alegando que será usted quien tome las decisiones.
Hablando de decisiones, no beneficie con compras y contratos a los miembros de su entorno, recuerde que usted llega para servir a, y no servirse de.
Espero también que defienda los intereses de esta sociedad frente a los de otras, y no termine actuando como algunos administradores anteriores, infieles a su mandato y entreguistas en su actitud.
En la última negociación nos desconcertó, varias veces la criticó públicamente pero luego calló, y tuvieron que ser algunos colaboradores suyos los que salieran a justificarlo.
Con seguridad ese es un mal camino.
Comunique y no se niegue a debatir, actúe con una política de puertas abiertas, esa es la manera de que no aparezcan intermediarios en su gestión.
Tenga usted también la honestidad de reconocer sus fallas, no se muestre soberbio, finalmente usted optó por este trabajo que en esencia es servicio.
Muchos errores son tolerados y comprendidos mejor con una actitud franca y abierta. Usted es falible, no lo olvide, por más que intenten hacerle creer lo contrario los cantos de sirena que con seguridad escuchará en su oficina.
Podría sonar una obviedad recordarle que su contrato laboral dura cinco años y que es improrrogable, pero algunos antecesores suyos intentaron forzarlo y arrastraron consigo a la sociedad.
Finalmente permítame decirle que esta no es una fórmula que le garantice necesariamente el éxito, pero sí asegurarle que hacer lo contrario es dirigirse inexorablemente al fracaso.
Espero que en la carta de despedida podamos darle las gracias por los servicios prestados y no lamentar que el tiempo de su despedida pase tan lentamente.
Fraternalmente.
guille@abc.com.py