Alábate, cola

Hay cosas que no van a cambiar nunca, entre ellas los informes anuales de los presidentes de la República. Largos, aburridos, lisonjeros y fantasiosos, cada año son no más que una autopista a la crítica periodística y ciudadana. En ese sentido, Mario Abdo no se ha apartado de la tradición democrática de estos discursos que aparecen cada 1 de julio en boca de los distintos mandatarios que frente al Congreso se paran a autoalabarse como dice el refrán que hace esa parte del cuerpo a la que nadie alaba.

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En este sinuoso recorrido democrático, los ciudadanos, que aguantamos aún más que el papel, hemos escuchado por ejemplo a Wasmosy decir que durante su gobierno el país no había avanzado 50 años como había prometido en campaña electoral, sino que se había avanzado casi un siglo. Tanto mintió Lucho González ante el Congreso, que en el 2003 los legisladores rechazaron por resolución su informe presidencial. Experto en la tensión política, quizás quien menos aburrió con sus discursos fue Duarte Frutos, el expresidente a sabiendas de las reacciones que generarían sus palabras, golpeaba de antemano a la oposición, a la que acusó en el 2007 de apelar “a cualquier medio para maquiavélicamente” intentar destruir y derrocar al Partido Colorado. Tampoco fue autocrítico Nicanor. Fernando Lugo fue otro trovador de sus logros y también le dio la espalda a los errores en sus informes anuales, en el 2011 apenas 55 de 125 legisladores fueron a oírlo.

Aquel año Lugo se congratulaba por los logros en la ejecución de las obras públicas y por las mejoras en la seguridad ciudadana, contradictoriamente había destituido a Efraín Alegre y a Rafael Filizzola encargados de las áreas que le permitían decir que su gobierno andaba bien. Horacio Cartes en su última comparecencia como presidente, también se anotó en la línea del autobombo, entre los “logros” que destacó el 1 de julio del 2018 estaba el fantástico proyecto del Metrobús.

Así de curtidos estamos los ciudadanos con respecto a los informes anuales de gestión que presentan los presidentes electos democráticamente, por eso probablemente muy pocos esperaban que el miércoles pasado vaya Mario Abdo a decir que sentía vergüenza por la ciudadanía que se encerró patrióticamente mientras sus funcionarios no pudieron resolver, con el mismo amor a la patria, los problemas más importantes que trajo consigo la pandemia.

Aunque hubiese venido bien algo más de sinceridad en medio de esta situación que ha demandado el mayor esfuerzo realizado por la ciudadanía paraguaya en tiempos de paz, al menos como recompensa por lo perdido en estos más de 100 días de cuarentena.

Puntualmente, ha sido un grave error no haber reconocido los problemas que hay en la Educación, problemas que además no han surgido originalmente en su mandato, aunque sí su Partido es gran responsable del atraso que existe. Abrigamos la esperanza que su mirada sobre el momento que vive la Educación sea realmente otra y que lo dicho el pasado 1 de julio sea solo parte de un esquema de propaganda, ya que desde la conformidad los desafíos que exige el sector no podrán ser atendidos con eficacia.

En breve se discutirá el Presupuesto 2021 y este año los números y proyectos no podrán tener la habitualidad de los años anteriores, desde el gasto habrá que pensar un nuevo país, la inversión educativa por ejemplo no podrá estar separada de la dotación de elementos tecnológicos para las escuelas y los estudiantes, después de esta pandemia hay cosas que nunca deberían volver a ser iguales, entre ellas los kits escolares.

diegomarini@hotmail.com

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