La persecución se inició el sábado a las 20:29, cuando el automóvil Toyota Runx negro, con chapa UAB 193, detuvo la marcha e hizo un giro en U como para regresar hacia Luque, justo cuando iba a alcanzar una barrera policial montada sobre la avenida General Eugenio A. Garay esquina Virgen del Rosario de San Lorenzo, frente al predio de Senasa, 400 metros antes de la rotonda de Yberá.
Una cámara de seguridad grabó la maniobra evasiva del conductor y el momento en el que la patrullera C-17 (automóvil Toyota) inició la persecución, luego de permanecer estacionada en batería con la baliza prendida.
El móvil policial estaba al mando del suboficial inspector Juan Darío Amarilla Ramírez (37 años). A su lado iba el oficial ayudante Derlis Miguel Sanabria Talavera (25), quien es oriundo de San José de los Arroyos y egresado de la promoción 2017.
Según el informe oficial, la barrera policial fue previamente comunicada al Ministerio Público y el oficial Sanabria pidió apoyo a través de la frecuencia de radio, mientras ordenaba con el megáfono de su móvil al conductor en fuga que detuviera la marcha. La persecución se prolongó por seis kilómetros sobre la citada ruta (ver mapa).
Siempre según la Policía, el oficial Sanabria abrió fuego con su pistola calibre 9 milímetros recién cuando el auto perseguido giró a la izquierda en la calle La Paz de Luque, que queda 11 cuadras antes de la avenida General Aquino.
El Toyota Runx acribillado era manejado por su propietario, de 29 años de edad, quien transportaba a su esposa de 28 años y a sus dos hijos, una bebé de tres meses y un niño de seis años.
Justamente, este último acusó mientras estaba en el asiento de atrás un balazo que le atravesó el cuerpo y otro tiro que le agarró de refilón en la pierna. Tras una compleja operación en el Hospital de Trauma de Asunción, hasta anoche el menor de edad seguía estable y evolucionando.
Sus nombres no publicamos porque así lo establece la ley.
La fiscala Ana Girala imputó al oficial Sanabria y al suboficial Amarilla por tentativa de homicidio, omisión de auxilio y lesión corporal en el ejercicio de funciones públicas.
Desgarrador relato
El padre del niño baleado por los policías, llorando desconsoladamente, dijo ayer que evitó el retén porque “era un control probolsillo, porque era un lugar clandestino, oscuro, con dos conos y sin las luces de la Policía prendidas”.
“Vienen, me chocan en la parte de atrás, donde estaban mi hija y mi hijo. Le digo a mi señora, traé a la bebé rápido acá en frente. Le agarró a mi bebé y le puso en frente y empezamos a correr. Al correr con el vehículo, empiezan a dispararnos, a matar, a matar. Ahí me asusté más. Buscaba un lugar donde había gente, para que puedan ver lo que estaba pasando porque era un lugar muy oscuro. Y me fui, me fui, hasta llegar a Luque. Fueron cinco minutos o diez de puro terror. Yo entré en shock porque mi hija empezaba a llorar, mi hijo lloraba. Me decía papá qué pasa, sentate nomás papá, ya va a pasar”, fue el dramático relato del sentido padre de familia.
La parte final de su testimonio fue más cruda aún, ya que señaló que “lo que más me dolió fue que cuando me agarraron me pegaron en frente de mi hijo. Y él me decía papá me duele, papá me duele. Y yo estaba esposado. Y ellos me empezaban a pegar. Lo único que les importaba era eso, apresarme. No les importó la vida de mi hijo. No me auxiliaron. Yo gritando, con mi señora en brazos, pidiendo socorro a la gente, que por favor le lleven a mi hijo. Lo único que les pedía era eso, ayuda”, se lamentó.