Cargando...
“Si no hubiera agricultura moderna no ingresarían a través de esta dependencia estatal casi US$ 90 millones, lo que implica aproximadamente el 25% de la recaudación aduanera del año 2012, solo por este tipo de insumos, sin contar tractores, cosechadoras, sembradoras, etc., entre otros”, destaca la UGP.
Otro mito derrumbado
Añade que otro de los mitos que se han hecho correr para desprestigiar al sector es que, beneficiado por el tipo de tierra que hay en nuestro país, el productor paraguayo es un extractor y que finalmente deja el suelo devastado.
Si se estudian objetivamente los volúmenes y valores de importación de insumos se verá claramente que el mayor gasto del productor paraguayo es el abono o fertilizante, comentó, y detalló luego que sobre un total de US$ 822.580.033 de agroquímicos importados en un año, los abonos y fertilizantes alcanzan nada menos que US$ 504.217.224.
En ese sentido, destaca que el 61% de la inversión en productos importados que hacen los productores agrícolas paraguayos corresponden a los abonos y fertilizantes, es decir, a los aportes para el mejoramiento del suelo, para que este pueda producir mejor.
“Este es precisamente otro de los puntos sobre el que se han hecho correr otro mito: el de que los productores locales tienen ventajas sobre los argentinos y pueden pagar iguales o mayores impuestos que aquellos. En nuestros suelos hay que enterrar mucho más abono que en la generalidad de los campos argentinos”, expresa.
Igualmente, pone de manifiesto que si a eso se suman los costos de la mediterraneidad, es casi una traición sostener que el agricultor paraguayo puede pagar iguales impuestos que el argentino.
Situación de Argentina
La UGP pone a consideración un párrafo del editorial del diario La Nación de Argentina sobre los impuestos al agro, que tienen mucho en común con nuestra situación, según alegan.
“El agro (de Argentina) ha aportado a la balanza comercial de Argentina 51.000 millones de dólares anuales y ha recibido, en cambio, castigos reiterados por el honor de ser el sector políticamente más independiente, de más firmeza en sus convicciones, más ajeno a prebendas y subsidios oficiales. Un Estado inagotable en su voracidad recaudadora ha expoliado a un campo que comienza a encontrarse en situación mucho más ajustada que la de los últimos años, mientras la burocracia kirchnerista sigue financiándose, ya se verá hasta cuándo…”.