La fiesta Hawaiana, impulsada desde 1988 por la recordada profesora Gilda “Kitu” Quintana (+) con el objetivo de recaudar fondos para alumnos becados por AFS (American Field Service), se volvió a destacar por su capacidad de convocatoria, atrayendo a miles de personas de Paraguay y países vecinos, especialmente Argentina.
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Este multitudinario evento generó un impacto económico en la ciudad de Pilar, con un intenso movimiento en sectores como la gastronomía, la hotelería y el comercio.
Según el presidente de la Asociación de Comerciantes de Pilar, Pedro Riveros, se registró un notable incremento en las compras realizadas dentro de la ciudad. “Hubo un importante movimiento económico, especialmente en hoteles, restaurantes y entre personas que adquirían ropa y bijoutería”, destacó.
Inyección económica en hospedaje y combustible
Riveros agregó que muchos visitantes optaron por alquilar viviendas particulares, patios y habitaciones, mientras que el consumo en estaciones de servicio también contribuyó al dinamismo económico. Aunque las cifras exactas aún no se han calculado, aseguró que este lunes se dará a conocer el monto de la inyección económica que quedó en Pilar.
Carencias de infraestructura
Sin embargo, la masiva afluencia de visitantes también puso de manifiesto ciertas deficiencias en la infraestructura local. La capacidad de los hoteles y restaurantes resulta insuficiente, así como la oferta de espacios recreativos y de entretenimiento, heladerías y, particularmente, estacionamientos adecuados para gestionar el flujo vehicular.
Escenario de artistas internacionales
La fiesta Hawaiana, que además de ser un evento cultural es un importante motor económico, representa una oportunidad para que Pilar fomente inversiones en infraestructura turística y mejore su capacidad de recibir a miles de personas en grandes eventos. Una situación similar se vive en octubre, durante las celebraciones de la fundación de la ciudad, cuando suelen presentarse artistas internacionales como Los Rancheros y Auténticos Decadentes, entre otros.
Invertir en infraestructura no solo permitiría un mejor aprovechamiento económico, sino también garantizaría una experiencia más cómoda y satisfactoria para los visitantes.