La idea de concesionar Aña Cuá a Itaipú existe, pero no es seria, confirman

Una alta fuente de Itaipú Binacional confirmó que el gobierno de Santiago Peña estudia la posibilidad de concesionar las obras de la nueva central del brazo Aña Cuá del río Paraná, - de la Entidad Binacional Yacyretá (EBY)- a Itaipú Binacional. Sin embargo, según esta fuente, que solicitó el anonimato, la propuesta no cuenta aún con bases sólidas ni estudios formales, y que enfrentaría importantes desafíos legales porque una situación como esta no está prevista en los tratados de ambas binacionales.

Directores de Itaipú, lado paraguayo y brasileño, Enio Verri y Justo Zacarías, respectivamente, en la Entidad Binacional Yacyretá, junto a su director, Luis Benítez.Gentileza
audima

La fuente señaló que, aunque la idea de que Itaipú Binacional -entidad compartida con el Brasil- se haga cargo de la conclusión de las obras de Aña Cuá -de la entidad compartida con Argentina- que fue mencionada en círculos gubernamentales, no es más que una propuesta tentativa.

“Algo escuché, pero solamente como idea. Aunque eso está lejos de concretarse. Le veo pocas posibilidades. Además, eso no está dentro de los fines de Itaipú. Habría que modificar el Tratado”, explicó, dejando claro que el marco jurídico actual no permite que Itaipú asuma competencias que corresponden a Yacyretá.

La concesión de Aña Cuá surge como una posible salida al estancamiento del proyecto, paralizado desde enero de este año debido a conflictos contractuales y financieros con el Consorcio Aña Cuá WRT (Webuild-Rovella-Tecnoedil), responsable de las obras. Según datos oficiales, la construcción tiene un avance del 47,1%, y se estima que aún son necesarios 450 millones de dólares para culminarla.

La misma fuente calificó la propuesta como poco seria, aunque reconoció que la iniciativa provendría del gobierno nacional, en un intento por sortear las dificultades económicas y políticas que impiden avanzar con el proyecto en el marco de la administración de Yacyretá y su socio argentino. “Siempre hay genios con ideas brillantes”, comentó con tono irónico, aludiendo a los responsables de la propuesta.

Además, resaltó que la falta de condiciones para negociar con la Argentina es un obstáculo recurrente para la continuidad de las obras. “No hay condiciones con Yacyretá y Argentina. La obra está parada”, aseguró. Esta declaración refuerza los antecedentes de tensiones entre los socios de la binacional, que retrasan decisiones claves en la ejecución de este proyecto.

En este punto, cabe recordar que tras un año de gobierno de Javier Milei, el lado argentino de Yacyretá ni siquiera nombró a todos los miembros del Consejo de Administración de la entidad. Hasta la fecha, solamente figura en el cargo el Lic. José Antonio López, debiendo ser cuatro los que conformen este colegiado en representación de Argentina.

Desde Itaipú, la percepción general es que asumir el control de Aña Cuá sería un cambio radical en su misión, paso que requeriría no solo modificaciones en el Tratado que regula su operación, sino también una amplia coordinación política entre Paraguay, Brasil y Argentina. A pesar de ello, algunos sectores del gobierno consideran que delegar las obras a Itaipú podría ser una solución práctica para garantizar el avance del proyecto.

En este contexto, otras fuentes comentaron que el vicepresidente de la República, Pedro Alliana, estaría disconforme con la idea de la concesión, debido al plazo que este debería quedar en manos de la binacional compartida con el Brasil.

Fuentes cercanas su entorno político aseguran que Alliana ve esta medida como una pérdida de control sobre la EBY, considerada un bastión político importante sobre el cual se sustenta su influencia en la zona de Ayolas. Esta postura, combinada con la falta de acuerdos bilaterales con Argentina, mantiene el proyecto en un limbo administrativo.

Mientras tanto, el futuro de Aña Cuá sigue siendo incierto. Aunque se reconoce su potencial para incrementar en un 10% la capacidad de generación de energía de Yacyretá, las disputas políticas, los desafíos legales y la ausencia de un consenso entre los actores involucrados dificultan cualquier avance tangible. El tiempo sigue corriendo, y con él, los costos financieros y sociales de mantener paralizada la obra.

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