Salario mínimo en Paraguay está por encima del de Brasil y de Argentina

La región de América del Sur presenta marcadas diferencias en los salarios mínimos legales vigentes para 2024, tal como se muestra en el gráfico que compara los salarios mínimos vigentes en cada país. Estos contrastes, más allá de reflejar la realidad económica y fiscal de cada nación, también destacan las prioridades y limitaciones en las políticas laborales y sociales de la región.

SALARIOS MÍNIMOS VIGENTESArchivo, ABC Color
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Para este análisis se utilizó el tipo de cambio promedio registrado entre enero y noviembre, asegurando una base homogénea para la comparación. En el caso de Argentina, se consideró el promedio del tipo de cambio entre el dólar oficial y el blue.

Uruguay se posiciona como el país con el salario mínimo más alto de Sudamérica, con 559 dólares mensuales. Este nivel refleja una política estatal enfocada en proteger a los sectores más vulnerables y garantizar un nivel de vida digno. Detrás de esta cifra se encuentra una economía relativamente estable, caracterizada por bajos índices de inflación y una estructura fiscal sostenible. Uruguay también ha sido reconocido por su enfoque progresista en derechos laborales, lo que contribuye a mantener el poder adquisitivo de su población trabajadora.

Chile, con un salario mínimo de 532 dólares, ocupa el segundo lugar en el ranking. Este nivel responde a una serie de reformas implementadas en los últimos años que busca mejorar las condiciones laborales y reducir las brechas de ingresos. Si bien el salario mínimo chileno es competitivo, también enfrenta retos relacionados con la inflación y la necesidad de acompañar estos incrementos con una mayor productividad.

Paraguay, con un salario mínimo de 374 dólares, se encuentra en una posición intermedia. Este nivel refleja un esfuerzo por mejorar las condiciones de la fuerza laboral, aunque todavía persisten grandes desigualdades. La economía del país es altamente dependiente de las exportaciones agropecuarias y enfrenta retos para diversificar su base productiva y crear empleos de mayor calidad. Adicionalmente, el alto nivel de informalidad laboral limita el impacto real del salario mínimo, ya que una proporción significativa de los trabajadores no recibe este beneficio.

Situación de los demás países

Por su parte, Brasil y Argentina, las dos mayores economías de Sudamérica, presentan los salarios mínimos más bajos del continente, con 266 y 260 dólares, respectivamente. En el caso de Brasil, este nivel salarial evidencia los desafíos de un mercado laboral marcado por altas tasas de informalidad, bajo crecimiento económico y una inflación persistente.

En tanto que Argentina enfrenta un escenario crítico. Las altas tasas inflacionarias y la depreciación del peso argentino han deteriorado drásticamente el poder adquisitivo de los salarios. Aunque el Gobierno realizó diversos ajustes al salario mínimo, estos no lograron equipararse con el rápido aumento de los precios, lo cual agravó la situación económica de millones de trabajadores.

Desde la asunción de Javier Milei como presidente, el 10 de diciembre de 2023, se han realizado nueve modificaciones del salario mínimo en Argentina, como parte de los esfuerzos para mitigar los efectos de la crisis inflacionaria en la población. Asimismo, las empresas enfrentan limitaciones para absorber incrementos salariales sin trasladar los costos finales a los consumidores.

Desafíos estructurales y políticas necesarias

Las marcadas diferencias en los salarios mínimos de la región reflejan realidades económicas profundamente divergentes. Sin embargo, también evidencian retos comunes que los países deben afrontar como la informalidad laboral. En muchas economías sudamericanas, una proporción significativa de la fuerza laboral opera en la informalidad, lo que reduce el impacto de los aumentos en el salario mínimo. Combatir este fenómeno requiere de reformas estructurales que promuevan la formalización y ofrezcan incentivos a las empresas para regularizar a sus empleados.

Otro desafío crucial son las altas tasas inflacionarias, especialmente en países como Argentina, las cuales debilitan rápidamente el poder adquisitivo de los salarios. Políticas monetarias y fiscales coherentes son esenciales para estabilizar las economías y proteger los ingresos de los trabajadores.

Incrementar la productividad es también un factor clave para sostener aumentos salariales sin generar efectos inflacionarios. Esto implica invertir en educación, capacitación laboral y tecnología, así como fomentar sectores económicos con alto valor agregado.

La disparidad en los costos de vida entre regiones dentro de un mismo país también plantea retos. Por ello es crucial diseñar políticas salariales que consideren estas diferencias y así mejorar el impacto real del salario mínimo en las comunidades más vulnerables.

Perspectivas en el corto, mediano y largo plazos

El futuro del salario mínimo en Sudamérica dependerá de la capacidad de los gobiernos para equilibrar el crecimiento económico con políticas laborales inclusivas y sostenibles. En un contexto global marcado por incertidumbres económicas y transformaciones estructurales, los países de la región deben priorizar estrategias que promuevan la competitividad sin sacrificar el bienestar social.

Uruguay y Chile se destacan como ejemplos positivos, demostrando que es posible establecer ingresos mínimos competitivos mientras se preserva la estabilidad fiscal. En contraste, Brasil y Argentina enfrentan desafíos estructurales significativos que, de no ser abordados, seguirán afectando el poder adquisitivo de sus trabajadores.

Paraguay representa un caso particular dentro de la región. Aunque nuestra economía ha mostrado cierta estabilidad en comparación a los países vecinos, el salario mínimo en términos reales sigue siendo relativamente bajo. Esto refleja un mercado laboral con alta informalidad y una capacidad limitada para sostener incrementos salariales significativos sin afectar el empleo. Sin embargo, el enfoque prudente en la política fiscal y monetaria podría servir como una base para implementar mejoras graduales en los ingresos, siempre que vayan acompañadas de esfuerzos por reducir la desigualdad y fortalecer la productividad.

En definitiva, el salario mínimo no solo garantiza ingresos básicos, sino que también actúa como un indicador de las prioridades y capacidades de los gobiernos. Sin embargo, un crecimiento desmedido de los salarios, sin un respaldo económico sólido, podría generar efectos adversos, como mayor inflación o una contracción del mercado laboral, afectando a los sectores más vulnerables.

* Este material fue elaborado por MF Economía e Inversiones

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