El reciente anuncio del inminente aumento del salario mínimo volvió a resurgir el debate con respecto a su impacto y el supuesto efecto inflacionario que la suba podría generar en la economía. Según esa teoría, la medida significa un aumento del costo de producción y, por ende, del precio final de los productos.
Para el economista Luis Rojas, esta teoría es “una falacia, es como una justificación para no subirlo o subirlo lo menos posible, que tiene más que ver con el interés del sector empresarial. De hecho el salario mínimo abarca una población relativamente baja de la población trabajadora”.
Datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística (INE) del año pasado demuestran que solo el 11% de la población ocupada en el país percibe un salario mínimo -377.000 personas aproximadamente-, mientras que el 24% gana incluso menos del sueldo básico -alrededor de 840.000 personas-.
“Hay una gran proporción de la población que gana incluso menos del mínimo o no tiene un salario, sino que tiene ingresos ocasionales como cuentapropistas, como pequeños agricultores. Entonces el fortalecer el salario y el poder adquisitivo es importante, es necesario”, asegura el economista.
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Salarios no alcanzan para los costos mínimos de vida
Rojas señala que, por el costo de vida, que en el Paraguay es elevado, “es muy grande la cantidad de cosas que el trabajador y la trabajadora tienen que costear mensualmente: vivienda, transporte, alimento, comunicación, educación, salud”.
Agrega que a esto se agrega el hecho de que el Estado no brinda buenos servicios públicos a bajo costo, y no garantiza la salud, la educación, el acceso a una vivienda económica, a la tierra, a un buen transporte público, por lo que todo eso aumenta los costos para el presupuesto de las familias.
“En mi opinión, hay que subir el salario y verlo con un elemento dinamizador de la economía, del consumo, de la demanda, de todo el sistema productivo y no mirarlo como un costo nomás, como lo ve el sector empresarial, sino como un factor de crecimiento y dinamismo económico”, agregó.
“El salario es parte de la demanda agregada, es parte del consumo de la población, entonces tiene un efecto multiplicador, un efecto estimulante en la economía. Estimula, a través de la demanda y el consumo, mayor producción y toda una cadena de reactivación económica”, señaló.
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“Es una de las grandes falencias de nuestra economía”, dijo
Para Rojas este modelo del salario solo como “costo” es una de las grandes falencias de nuestra economía. “No tenemos mercado interno vigoroso, el mercado local que consume y a través de eso dinamiza. Paraguay, desde la Guerra de la Triple Alianza hasta hoy, orientó su economía al mercado externo exclusivamente, a la exportación”, acotó.
“La consigna es producir y exportar, ganado, soja y ahí está la ganancia, el desarrollo, entonces siempre se descuidó el mercado interno. Bajos salarios, malas condiciones laborales”, acotó.
El economista puso como ejemplo países del primer mundo como Estados Unidos, Japón, China, o los europeos que potencian mucho su mercado interno para que haya una capacidad de consumo, buen nivel de vida y buena demanda interna para las empresas.
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“Los bajos salarios son mala propaganda para la inversión”, agregó
Rojas señaló que esta es una de las causas incluso del bajísimo nivel de inversión extranjera en Paraguay, pese a que nos “vendemos” como un país con bajos impuestos y bajos salarios, como algo “positivo”.
“Paraguay es el país que tiene la menor inversión extranjera de toda la región. Tenía US$ 400 millones y Uruguay tenía US$. 9.000 millones. Esa es una mala propaganda, porque el inversor sabe que bajos salarios significa que la fuerza de trabajo no está calificada, no formada, no productiva”, dijo.
“Hay bajos impuestos, entonces se sabe que es un país con precaria infraestructura, sistema de salud y educativo y débil institucionalidad. Son malas señales hacia afuera. Hay que asumir otro paradigma, mucho más desarrollista y un Estado más activo en promover ese desarrollo, pero no a costa de los trabajadores y sus ingresos”, añadió.
Aseguró que todos estos “condimentos” que ofrecemos al mundo como nuestra “receta” no tienen otro efecto que la depresión de la economía interna. El único tipo de inversión que este tipo de políticas atrae es el de las industrias extractivistas de recursos naturales estratégicos, que no son sostenibles a largo plazo.
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Mipymes necesitan apoyo para inversión
Con respecto a las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes), señaló que el Estado debería dar mayores facilidades para su desarrollo sin que eso signifique sacrificar el salario del trabajador.
“Hay que fortalecerlas, darles políticas de apoyo, créditos, oportunidades de formación, apoyo para el mercadeo y la comercialización. Tiene que haber otras formas de apoyar a las mipymes, pero no a través de bajar salarios y perjudicar a alguien ahí”, agregó.