“Nuestro programa tiene como objetivo principal el desarrollo de variedades que se destaquen en productividad, y como coobjetivo, la resistencia a los hongos, como por ejemplo: Macrophomina phaseolina, que causa la podredumbre carbonosa, enfermedad que pudre las raíces, afectando la capacidad de absorber agua y nutrientes del suelo; Phakopsora pachyrhizi, que provoca la roya de la soja, que afecta las hojas, reduciendo su capacidad fotosintética”, empezó diciendo nuestro entrevistado.
Pocas variedades en el mundo con resistencia
Según el ingeniero Zelarayán, “la podredumbre carbonosa afecta seriamente las raíces de la soja; la misma no tiene alternativas de control químico efectivo y solo es posible controlarla a través del uso de cultivares resistentes. A nivel mundial hay muy pocos cultivares comerciales resistentes, esto es debido a que el desarrollo de los mismos es muy complicado a causa de que la resistencia es de tipo “cuantitativa”, es decir, está bajo control de varios genes”.
Reconocido por el Comité Técnico Calificador de Cultivares
“Durante la presentación de nuestra solicitud de pedido de registro de la nueva variedad Great Seeds GS 2231 MP IPRO, confirmamos que estábamos presentando la primera variedad desarrollada y registrada en Paraguay con resistencia a Macrophomina. En el CTCC reconocieron que por primera vez se pone a disposición de los productores una herramienta básica, una genética única, totalmente desarrollada en Paraguay, adaptada a climas y suelos típicos de las regiones subtropicales”, explicó el profesional y desarrollador de Granar.
Rendimiento de abajo hacia arriba
“El rendimiento se genera de ‘abajo hacia arriba’, y de la siguiente manera: las raíces ‘beben’ la solución de agua y nutrientes disponibles en el suelo y mandan esta solución o savia bruta a las hojas; en las hojas, a través de la fotosíntesis, la savia bruta se transformará en savia elaborada, el combustible a través del cual la planta genera rendimiento, o sea, a mayor sanidad de raíces, mayor aporte de materia prima para el proceso de fotosíntesis, en consecuencia mayor rendimiento”.
De 1.500 kg a 6.000 kg
El ingeniero Ernesto Zelarayán confirmó que, de modo general, podía confirmar que cada año sus materiales (variedades de soja) expresan una ganancia genética o incremento productivo cercano al 2%.
“En la década de los 80, a nivel productor, los rendimientos fluctuaban entre 1.400 y 2.000 kg /ha, hoy en día esos promedios se han duplicado; y en años de frecuencia normal de lluvias y alta radiación incidente, se han obtenido rendimientos de más-menos 6.000 kg/ha. El 50% del incremento productivo en el tiempo es debido a la genética y el resto al ‘manejo del ambiente’ en que se desarrolla esa genética”.
Uso de marcadores moleculares
“Hoy en día el mejoramiento tradicional basado fundamentalmente en observaciones y mediciones, requiere del mejoramiento asistido por marcadores moleculares, de esta manera se gana tiempo y se tiene mayor precisión. El logro de la resistencia a la podredumbre carbonosa fue logrado por nuestro equipo de mejoradores conformado por “breeders tradicionales y moleculares” que pudo establecer en qué cromosomas y en cuál porción de estos cromosomas están agrupados los genes mayoritarios que confieren resistencia a Macrophomina; además determinaron que con dos a tres marcadores de ADN se puede identificar si una genética de soja es resistente o no al hongo”, explicó Zelarayán.
Soja para cada ambiente
Finalmente le consultamos al ingeniero Zelarayán si existe una variedad para todo ambiente. “Nosotros operamos en Paraguay, Brasil, Uruguay, Bolivia y Argentina, algunas variedades funcionan bien en la mayoría de los ambientes de esos países y otras son desarrolladas específicamente para determinados ambientes. Las variedades que producen bien en diferentes ambientes, creemos que tienen una principal relación con la sanidad de raíces, por eso trabajamos en eso”, respondió.