La exportación real de la ANDE al sistema argentino de energía eléctrica en los nueve primeros meses de 2022, sumó apenas 89.932 MWh, mientras en el mismo lapso del año pasado comercializó 112.500 MWh. La reducción por ende fue de 22.568 MWh, el 20,1%, según se infiere de los informes mensuales del Viceministerio de Minas y Energía.
Si cotejamos los resultados de este año con los de 2020 (enero/setiembre, el resultado, al menos desde la perspectiva del “mayor exportador de energía limpia”, como acostumbran publicitar nuestros gobernantes de turno, tampoco es muy alentador, porque comprobaremos que este pequeño apartado del comercio exterior del país cayó en un 18%.
No obstante, la caída, más bien precipitación, más estrepitosa se verificó en setiembre último, con apenas 3.930 MWh exportados; 8.738 MWh horas menos que en el mismo mes de 2021 o sea 69% menos. También 70,5% inferior a la venta que hizo la ANDE en setiembre de 2020.
Si comparamos esta exportación (setiembre de 2022) con la de agosto del mismo año, la caída tuvo casi la misma profundidad: 63,5% menos en setiembre último. Acerca de las posibles causas, nada dice el informe del Viceministerio de Minas y Energía, tampoco la ANDE.
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¿Debe atribuirse a la tarifa la caída?
Extraoficialmente se atribuye a la tarifa de la estatal, que supera los US$ 100/MWh, sin embargo, si observamos las tarifas de importación de electricidad de la Argentina, especialmente del Brasil en el último invierno, veremos que el promedio superó los US$ 200/MWh, costo que llegó a agravarse en ciertos casos, porque Uruguay, según la prensa de ese país, le cobró hasta US$ 28/MWh en concepto de peaje.
En este cuadro casi surrealista del capítulo “exportación de energía eléctrica” delcomercio exterior paraguayo, nuestros gobiernos de turno, con una rigidez digna de la mejor causa, se limitaron a autorizar la exportación del producto de la pequeña hidroeléctrica nacional Acaray, porque los Tratados de Itaipú y Yacyretá, según la interpretación vigente en ese ámbito, “prohibe” la venta de la energía de ambas centrales a un tercer país. O sea en Itaipú “solo al Brasil” y en Yacyretá “exclusivamente a la Argentina”.
Lo indignante es que esta interpretación es respetada solo en nuestro país, porque la Argentina exportó energía de Yacyretá al Brasil, inclusive parte de la que había conseguido bajo la etiqueta de “cesión”, así lo prueban hasta los documentos oficiales del Paraguay. Además, hay atendibles indicios de que Brasil, con la energía de Itaipú, actuó de la misma manera.
Recordemos que por cada MWh cedido, en el caso brasileño en Itaipú no llegó a US$ 5/MWh en promedio en sus 38 años de producción y en el caso argentino en Yacyretá, rondó apenas los US$ 8/MWh en promedio en sus 28 años de generación.