De Comaneci a Biles: los grandes momentos de la gimnasia olímpica

PARÍS. La gimnasia se ha convertido en uno de los deportes olímpicos más destacados. A continuación, una selección de momentos inolvidables de la historia olímpica de esta disciplina.

Nadia Comaneci, gimnasta. (archivo)
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Alberto Braglia, Londres 1908

El primer atleta que puso la gimnasia en el mapa fue un italiano autodidacta que aprendió en un granero de Módena. Braglia, que trabajaba en una fábrica de tabaco, fue la estrella del concurso general individual masculino en Londres-1908.

Tras estos Juegos, sin embargo, aceptó un trabajo para hacer de “El hombre bala”, lo que acabó costándole la expulsión de la Federación Italiana de Gimnasia al considerarlo un profesional.

Braglia recuperaría finalmente su estatus de amateur a tiempo para los Juegos de Estocolmo-1912, a los que pudo acudir tras superar la depresión causada por la muerte de su hijo de cuatro años. Allí fue el abanderado del equipo italiano y consiguió su tercer oro, ahora en la competición por equipos.

Después trabajó una temporada en el circo antes de realizar una última exitosa aparición olímpica: esta vez como entrenador del equipo italiano que logró la victoria en Los Ángeles-1932. El estadio de fútbol del Módena fue bautizado en su honor en 1957.

Entrenamiento en el Bercy Arena en Paris.

Vera Caslavska, Mexico 1968

Expatinadora sobre hielo y secretaria, Caslavska llegó a México dejando atrás la intensa agitación política que vivía entonces Checoslovaquia. Su oposición pública a la invasión soviética para acabar con la Primavera de Praga le había obligado a terminar su preparación para los Juegos de 1968 escondida en las montañas, usando sacos de patatas como pesas, troncos como vigas y ejercitándose en los árboles para mantener la flexibilidad.

A última hora, recibió el permiso para viajar a México y allí consiguió defender el oro del concurso general individual que había conquistado cuatro años antes en Tokio, además de añadirle otros tres oros y dos platas.

Durante su ejercicio de suelo se ganó, además, el cariño del público local al introducir guiños mexicanos. Uno de sus gestos más destacados llegaría, sin embargo, durante la entrega de medallas de suelo, donde compartió el oro con la soviética Larisa Petrik.

Desde el podio, Caslavska hizo una protesta política silenciosa, bajando la cara durante el himno soviético. Su gesto le acarreó dos décadas de dificultades al regresar a su país, tras las que acabó convirtiéndose en la presidenta del Comité Olímpico Checo, y miembro del COI.

Nadia Comaneci, Montreal 1976

Uno de los momentos más famosos de la competición olímpica es el que protagonizó una joven gimnasta rumana de 14 años el 18 de julio de 1976. Aquel día, en Montreal, Nadia Comaneci hizo historia al conseguir el primer 10 de la gimnasia olímpica tras realizar una rutina perfecta en las barras asimétricas de la competición por equipos.

Su gesta dio la vuelta al mundo y agarró desprevenidos a los diseñadores de marcadores, que no habían previsto que alguien lograra un 10, por lo que en el panel luminoso, con lugar para tres dígitos, apenas se pudo ver “1.00″ y no “10.0″ .

Durante aquellos Juegos, Comaneci logró siete 10.0. Años después logró escapar de la Rumania de Ceausescu y se refugió en Estados Unidos, donde acabó casándose con el campeón olímpico Bart Connor y, entre otros, abrió el hospital para niños Nadia Comaneci en Bucarest.

Nadia Comaneci, gimnasta.

Vitaly Scherbo, Barcelona 1992

El joven bielorruso de 20 años, miembro del equipo unificado que representaba a la antigua Unión Soviética, acabó los Juegos de 1992 con seis medallas de oro en su maleta, cuatro conseguidas el mismo día. No era un mal balance para este hijo de unos acróbatas soviéticos, y supuso el doble de los títulos que este joven de Minsk le había prometido a su madre antes de viajar a Barcelona.

Scherbo lideró también al Equipo Unificado para lograr el título colectivo, consiguió el concurso general, y el 2 de agosto subió a lo más alto del podio en barras paralelas, potro, anillas y en caballo con arcos, donde empató por el oro.

A pesar del grave accidente de tráfico que sufrió su esposa, y que le hizo replantearse su futuro (”¿Para qué necesito la gimnasia? Sin mi mujer, no puedo vivir”, le contó a The New York Times) , regresó a los Juegos en 1996 para sumar cuatro bronces más a su abultado palmarés.

Un atleta de gimnasia artística ensaya en el Bercy Arena, en París 2024.

Simone Biles, Tokio 2020

La superestrella estadounidense llegó a los Juegos de Tokio, atrasados por la pandemia de covid a 2021, como una de las protagonistas más esperadas. Y acabó siéndolo, pero no de la manera que había soñado. Aquellos días el mundo aprendió qué eran los ‘twisties’, las peligrosas pérdidas de orientación en el aire que padeció durante la competición y que le obligaron a renunciar a la mayoría de pruebas.

Aunque no logró sumar más oros al impresionante botín de cuatro que se colgó en Rio, en Tokio consiguió situar la salud mental de los deportistas en el centro del debate, además de lograr una plata por equipos y un importante bronce en viga de equilibrio cuando volvió a la competición en el último día.

Tras unos dos años de descanso, Biles tuvo un regreso triunfal el año pasado que incluyó un nuevo éxito en el Campeonato de Estados Unidos, antes de lograr cuatro oros mundiales más (llevando el total a 23) en los Campeonatos celebrados de Amberes 2023. De vuelta a la alta competición, la reina de la gimnasia parece lista para volver a brillar en la ciudad de la luz.

La gimnasta estadounidense Simone Biles, en París 2024.

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