La revista Nature Communications publica hoy el mayor análisis realizado hasta la fecha sobre el impacto de la luz artificial en las aves, después de que episodios como el citado de Chicago -en el que los voluntarios de su Museo de Historia Natural recogieron hasta 946 ejemplares muertos- sean cada vez más comunes.
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El estudio, dirigido por la Universidad de Colorado ha comparado más de 10 millones de observaciones de radares meteorológicos con datos de paisaje y el diagnóstico es claro: la contaminación lumínica es la segunda causa de mortalidad para las aves migratorias.
“La migración es una etapa de riesgo en la vida de las aves, que suelen recorrer cientos o miles de kilómetros, a veces quemando la mitad de su masa corporal por el camino.
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Encontrar un buen lugar para descansar y alimentarse es fundamental para que las aves migratorias sobrevivan y prosperen una vez que llegan a su destino”, subraya Kyle Horton, biólogo de la Universidad Estatal de Colorado.
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Reducir la contaminación lumínica, bajar el brillo
La luz artificial se convierte en principal indicador de dónde aterrizar para las aves, que suelen migrar de noche, y al mismo tiempo en una ‘trampa ecológica’, ya que provoca colisiones y las atrae a las ciudades que no son lugares seguros de parada por problemas como la mala calidad del aire o la abundancia de depredadores.
Los investigadores apuntan a que bajar el brillo, suavizar el color de las luces o incluir calcomanías con puntos o líneas cuadriculadas puede ayudar a evitar colisiones al revelar la barrera a las aves.
Por su parte, este estudio ha proporcionado los primeros mapas a escala continental de los ‘puntos calientes’ en la migración de las aves en Estados Unidos, para que a partir de ellos se puedan establezcer planes de conservación y abordaje de la contaminación lumínica.