¿Pájaro extraño? ¡Nueva Zelanda ama a sus kiwis!

Cuando se habla del kiwi, la mayoría piensa en la fruta. Pero en Nueva Zelanda el kiwi también es un pájaro muy popular.

Un voluntario de la organización Save the Kiwi lleva un kiwi en brazos. Los kiwis son las aves no voladoras más pequeñas del mundo y sólo se encuentran en Nueva Zelanda.Madison Farrant
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El kiwi es realmente un ave muy extraña. No puede volar, tiene muy mala vista y sus fosas nasales suelen taponarse de forma crónica. Y, además, es maloliente.

A pesar de sus muchas peculiaridades, o quizá debido a ellas, los neozelandeses se han encariñado con este bicho raro como con ninguna otra criatura, y lo celebran como ave nacional, adornando monedas de un dólar, logotipos y libros, entre otras cosas.

Los kiwis, cuyo nombre científico es Apteryx, son las aves no voladoras más pequeñas del mundo y son una especie endémica de Nueva Zelanda.

Según las entidades protectoras de la naturaleza, son una de las piezas más importantes de la singular fauna de la nación del Pacífico.

¿Pájaro extraño? El kiwi y la fruta kiwi

Los pueblos indígenas, en particular, tienen un fuerte vínculo cultural y espiritual con estas aves nocturnas.

Los maoríes, por ejemplo, utilizan sus plumas esponjosas para tejer los “Kahu kiwi”, mantos de plumas de kiwi, para las personalidades de mayor rango.

El ave es sin embargo muy popular en toda la población, que desde hace tiempo se autodenomina según su nombre, kiwi, hoy sinónimo de neozelandés.

El apodo de la selección de rugby league de Nueva Zelanda es “Kiwis”, existe el banco Kiwibank y la caja de ahorro estatal se llama Kiwisaver.

Lo que muchos no saben es que incluso la fruta kiwi recibió su nombre gracias al pájaro. Y es que a principios del siglo XX, esta variedad de fruta se cultivó a gran escala en Nueva Zelanda por primera vez fuera de Asia.

¿Pájaro extraño? Pequeño, marrón y peludo

Originalmente conocida como “grosella espinosa china”, la fruta fue comercializada por primera vez por una empresa exportadora en 1959 con el nombre de kiwi, una denominación que se ha impuesto en todo el mundo.

Los comerciantes probablemente habían detectado algunas similitudes. “La fruta y el pájaro tienen mucho en común: ambos son pequeños, marrones y peludos”, escribe el líder del mercado, Zespri Kiwifruit, en su página web.

Aves amenazadas

Hay cinco especies de estas aves, pero el ícono nacional se encuentra en peligro. El Departamento de Conservación neozelandés estima que viven menos de 70.000 ejemplares en el país.

“Cada año perdemos un dos por ciento de nuestros kiwis, que no están protegidos, lo que suma unos 20 por semana”, señala la entidad.

A modo de comparación, se dice que antes de que los humanos colonizaran Nueva Zelanda unos doce millones de kiwis poblaban la nación insular.

Los principales problemas de estas aves son la pérdida de hábitat debida a la deforestación a gran escala y la introducción de depredadores como gatos y martas. Según los planes de las autoridades, su población debería volver a aumentar hasta al menos 100.000 en 2030.

Especie protegida

La organización Save the Kiwi ayuda a lograr esta meta. Sus colaboradores recolectan huevos en lugares salvajes para incubarlos sin peligro.

Los pichones de kiwis se crían luego en cautiverio para liberarlos después en zonas libres de depredadores. Las nuevas zonas protegidas son una parte importante del proyecto.

Los kiwis son “increíbles criaturas singulares” con particularidades más parecidas a los mamíferos, destaca la directora ejecutiva de la organización, Michelle Impey.

“El kiwi es la única ave con orificios nasales externos al final de su pico largo”, explica. Impey señala sin embargo que esto tiene desventajas porque “a menudo se oye a los kiwis inhalar y resoplar con fuerza para limpiar la suciedad de sus orificios nasales”.

No ven muy bien

La experta indica que, para buscar sus alimentos, el pájaro suele golpear reiteradamente el suelo con su pico para captar las vibraciones de sus presas bajo la tierra, “casi como si utilizara un bastón”.

Si bien estas aves no ven muy bien, tienen muy desarrolladas las áreas del cerebro destinadas al olfato y el gusto.

Las particularidades van aun más allá, ya que, por ejemplo, las patas musculosas de los kiwis son muy pesadas y, al igual que los mamíferos, tienen médula ósea. La mayoría de las demás aves suelen tener esqueletos livianos que les facilitan el vuelo.

“Las plumas son desgreñadas y parecen pelos, al tiempo que el kiwi tiene en el rostro unos bigotes parecidos a los de un gato, todo muy diferente a un ave normal”, precisa Impey.

Cuando llama, suena como si hubiera gruñido un cerdo. Sus huevos son enormes y cuando un pichón sale del cascarón parece un ave totalmente emplumada que puede alimentarse por sí misma.

Todo esto convierte al kiwi en un extraño, igual que muchos neozelandeses se ven a sí mismos en su isla del fin del mundo.

Mucha demanda de protección

La ilustradora Kat Quin convirtió a estos animales curiosos en héroes de una serie de libros infantiles: Kuwi the kiwi.

La protagonista es la mamá ave que tiene que cuidar sola de sus crías. Quin destina una parte de los ingresos de las ventas a Save the Kiwi. Ya se recaudaron unos 60.000 dólares neozelandeses (unos 34.000 euros o 37.175 dólares estadounidenses) para ese fin.

La autora se acercó mucho a estos animales a lo largo de sus investigaciones, algo que solo unos pocos pueden lograr. “Me sorprendió lo malolientes que son”, dice Quin.

“Huelen realmente mal. Y esto los convierte en un objetivo de los depredadores, que pueden localizarlos fácilmente”, advierte.

Y hay otro peligro, porque los kiwis no tienen huesos robustos en el tórax como las aves capaces de volar. Incluso el suave empujón de un perro curioso puede provocarles lesiones internas o incluso la muerte.

“Salven al Kiwi maltratado”

Por eso hubo reacciones indignadas en Nueva Zelanda cuando se supo que el zoo de Miami ofrecía encuentros cercanos con un kiwi llamado Paora.

Por un precio, los visitantes podían acariciar al animal a plena luz del día y hacerse selfies con él, algo muy incómodo para un ave nocturna.

Neozelandeses ofendidos iniciaron una petición en línea bajo el título “Salven al kiwi maltratado”.

La petición decía que el ave “fue domesticada y expuesta a brillantes luces fluorescentes cuatro días a la semana, siendo tocada por docenas de extraños, acariciada en sus sensibles bigotes, ridiculizada y exhibida como un juguete”.

Los kiwis, sostuvo, son “tesoros preciosos, no juguetes de Estados Unidos”. El zoo se disculpó y retiró del programa los encuentros con kiwis.

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