El aprendizaje asociativo, la clave de la IA y de las palomas

Redacción Ciencia, 7 feb (EFE).- La inteligencia artificial (IA) y las palomas comparten más de lo que se puede suponer a primera vista. El denominador común es que ambas emplean el mismo principio básico, el aprendizaje asociativo, según un estudio de la Universidad de Iowa (EE.UU.).

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Un estudio que publica Current Biology examinó el funcionamiento del cerebro de las palomas y cómo su aprendizaje por el método repetitivo de ensayo-error y el pensamiento asociativo “comparte similitudes con la inteligencia artificial.

Los ordenadores usan la misma metodología básica, afirman los investigadores, y se les "enseña" a identificar patrones y objetos fácilmente reconocibles por los humanos, aunque las máquinas, por su enorme capacidad de memoria y almacenamiento, superan con creces todo lo que el cerebro de las palomas puede intentar.

Las palomas son "como maestros de la inteligencia artificial", utilizan un algoritmo biológico, el que les ha dado la naturaleza, mientras que el ordenador utiliza un algoritmo artificial que le han dado los humanos, según el autor principal del estudio, Ed Wasserman, citado por la Universidad de Iowa . El denominador común es que tanto la IA como las palomas emplean el aprendizaje asociativo, y ese pensamiento de base es lo que permitió a estas acabar puntuando con éxito en una serie de pruebas que si tuvieran que hacer las personas “obtendrían una puntuación baja y probablemente abandonarían”, agregó el autor.

El equipo sometió a cuatro palomas a complejas pruebas de categorización que el uso de la lógica o el razonamiento no ayudaban a resolver.

Sin embargo, los animales, gracias a un exhaustivo método de ensayo y error, fueron capaces de memorizar suficientes situaciones de la prueba como para alcanzar una precisión cercana al 70%.

El proceso básico de hacer asociaciones -considerado una técnica de pensamiento de nivel inferior- es el mismo entre las palomas que hacen exámenes y los últimos avances de la IA, según el estudio.

A cada paloma se le mostró un estímulo y tenía que decidir, picoteando un botón a la derecha o a la izquierda, a qué categoría pertenecía.

Las categorías eran anchura de línea, ángulo de línea, anillos concéntricos y anillos seccionados. Si la respuesta era correcta obtenía comida como recompensa, si no lo era se quedaban sin nada.

Lo que hacía que la prueba fuera tan exigente, explicó Wasserman, era su arbitrariedad: ninguna regla o lógica ayudaba a descifrar la tarea.

Los estímulos que se mostraban a las palomas “son especiales. No se parecen unos a otros y nunca se repiten", hay que memorizar cada uno de ellos o las regiones desde donde se producen -señaló- para poder hacer la tarea.

Cada una de las palomas empezó respondiendo correctamente aproximadamente la mitad de las veces y, a lo largo de cientos de pruebas, el grupo acabó aumentando su puntuación hasta una media del 68% de aciertos.

El objetivo era ver “hasta qué punto un mecanismo asociativo simple era capaz de resolver una tarea que nos plantearía problemas, porque la gente depende mucho de reglas o estrategias" que se interpondrían en el aprendizaje.

Sin embargo, las palomas no tienen ese proceso de pensamiento de alto nivel, por lo que no se interpone en su aprendizaje y en cierto modo lo facilita.

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