“Los indios llaman así a esta ave, y a la Gallina Uruguasu, o Urú grande. Los españoles de esta Provincia [del Paraguay] llaman a la Gallina Iri guasú, y a esta ave Irú, sin duda que habrán notado en esta ave algunas costumbres que la acerquen a la Gallina”; y, en sus Apuntamientos, señaló:
“Así le llaman los guaraníes, porque su canto fuerte y algo grave dice urú de 4 a 20 y 50 veces sin interrupción ni tomar resuello, y por lo común macho y hembra a un tiempo, confundiendo sus voces”.
Bertoni lo catalogó como Urú y Urú urú.
Azara describió al único individuo que vio; le aseguraron que era común y que el que tenía en la mano era hembra. Ese ejemplar -refirió nuestro naturalista- estaba “muy escaso de plumas y tan maltratado, que no creo que viva hoy”.
En sus Apuntamientos se ocupa del macho y de la hembra de la especie, y se lee sobre el Urú que “es pájaro singular entre los de por acá”.
Nomenclatura
Sonnini concluyó que el Urú de Azara podría ser el Ococolin de Fernández o Perdrix de montagne du Mexique de Buffon (Dendrortyx macroura, coincidiendo en esto con nuestro naturalista), pues ninguno de los inambús de Azara -afirmó Soninni- aparece descripto en la Historia Natural de Buffon y solo pueden ser comparados con los Fernández, es decir, con aves de México que Buffon nunca vio, por lo que las críticas o “ultrajes” que dirige a este nuestro naturalista son innecesarias.
El Urú de Azara, fue clasificado en 1825 por Spix con la denominación de Perdix capueira (actualmente Odontophorus capueira) en su Avium species novae, quas in itinere per Brasiliam annis MDCCCXVII-MDCCCXX (2, p. 59, pl. 76 a.).
El epíteto que identifica a esta especie corresponde a la palabra tupí capoeira/de matorral, como era conocida en Río de Janeiro y Minas Gerais cuando Spix colectó sus ejemplares.
Costumbres y nido
En cuanto a las costumbres y nido del Urú mencionó Azara:
“Me dicen que vuela muy poco, como cien varas, y estos solo hostigada, que lo hace a manera de Gallina, levantándose hacia arriba, y no horizontalmente como la perdiz. Que vive en los bosques, que los perros la cogen, que pone muchos huevos blancos en el suelo, con nido a manera de Gallina. Que los pollos siguen desde luego a la madre; que jamás sube a los árboles, que se domestica y cría en las casas como Gallina. Un religioso dominico (el padre Grance) me dice que en su cuarto del pueblo de San Estanislao crío cuatro o cinco, dos años y medio, que eran sumamente mansos, que se recogían y habitaban su mismo cuarto con la libertad de andar por la huerta, que se cubrían, pero que jamás hicieron nido, ni criaron; lo cual no conviene con lo que otros me han dicho; corre mucho y canta de varios modos, ordinariamente por las mañanas y tardes, y con más frecuencia cuando ha de mudarse el tiempo, y sus cantos no son desagradables. Come en las casas maíz”; y, en sus Apuntamientos, agregó:
“No sale de los grandísimos y espesos bosques, ni se posa en ramas o árboles: vuela cuando le hostigan mucho como 20 pasos; y camina y corre como las perdices. Es pronto, aturdido y tan alocado, que rompe sin reflexión al percibir ruido por las matas. (…) Además todos aseguran, que aunque por lo común va con su amada idéntica, a veces se junta en bandadas; y que todas las hembras ponen juntas y sacan los pollos como los annós en el mismo nido, que hacen en tierra sobre algunas hojas. Añaden que los huevos son morados, que los pollos siguen desde luego a los padres; y que si alguno se les acerca, meten una extraordinaria gritería. Cuando le sorprenden en el bosque, vuela muy poco, con estrépito, gritando gri gri gri hasta que cae en tierra y echa a correr”.