Félix de Azara comentó en sus Apuntamientos que esta ave es conocida entre los españoles como picaflor o tente en el aire, y como mainumbí entre los guaraníes.
Bertoni lo catalogó como Mainumby.
El individuo que Azara describió en el manuscrito fue una hembra adulta de la especie que fue capturada en su nido, lo contó nuestro naturalista en estos términos:
“Don Josef Martí, cirujano de mi Partida, me trajo vivo este individuo diciéndome esto [que fue cogido estando en su nido], y que lo describiese de prisa porque se lo habían prestado por solo un instante. Así lo hice, debiendo advertir además que el dueño del pajarillo le daba almíbar para alimentarlo, y en esto había padecido el descuido de su de sumergirlo o dejarlo sumergir en él, con lo cual tenía casi todo su cuerpo, y más la parte inferior y la cabeza, muy untada, lo que no dejaba ver bien el color y disposición de las plumas”.
Mencionó, también, cuanto sigue:
“El actual gobernador don Pedro Melo de Portugal mantuvo un pajarillo de esta especie tres meses suelto en su cuarto con almíbar, donde con facilidad sumerge la punta de su larga lengua, dice que era tan halagüeño, que cuando quería comer le revoloteaba alrededor, y próximo a los ojos y cabeza, y que le reconocía y distinguía de los criados y otros, y que finalmente en una ausencia que hizo le dejaron perecer de hambre”.
Esto último también consta en los Apuntamientos de nuestro naturalista, cuando se ocupa de los picaflores en general, de la siguiente manera:
“Algunos los han criado bastante tiempo, y don Pedro Melo de Portugal, gobernando el Paraguay, mantuvo cuatro meses a un adulto suelto en su gabinete, donde volaba con libertad, y conocía al dueño; en cuyo contorno casi besándole la cara, revoloteaba para manifestar que quería comer. Entonces dicho señor tomaba un vaso de almíbar clarísimo, y le inclinaba un poco para que el picaflor pudiese sumergir la lengua. Con esto y algunas flores que de tanto en tanto le proporcionaba, vivió tan gustoso como en el campo, hasta que murió por descuido en su ausencia”.
Posteriormente, a más de dichos individuos -coincidentemente hembras adultas-, Azara tuvo dos machos jóvenes -su Picaflor cola azul con seno-, un macho adulto -su Picaflor más bello- y una segunda hembra adulta -su Picaflor ceniciento oscuro debajo-. Solo al hablar de su Picaflor sienes blancas dijo que era común.
Nomenclatura
Sonnini, en su nota sobre el Picaflor sienes blancas de Azara, afirmó que no conocía una especie con la que pudiera relacionarse esta ave, y que nuestro naturalista, a quien debe tenerse como el primero que la dio a conocer, la comparó inútilmente con varias especies descriptas por Buffon. Luego, por remisión, manifestó lo mismo sobre el Picaflor cola azul con seno; respecto al Picaflor más bello indicó que, como lo suponía Azara, podría tratarse del Saphir émeraude de Buffon (Riccordia bicolor); y, finalmente, del Picaflor ceniciento oscuro debajo, señaló también que era de una especie nueva.
Todos esos picaflores de Azara corresponden a la especie que fue clasificada por los naturalistas d’Orbigny y Lafresnaye en 1838 con la denominación de Ornismya aureo-ventris (actualmente Chlorostilbon aureoventris), en su Synopsis avium (in Magasin de zoologie, p. 28), a partir de ejemplares que obtuvieron en las provincias bolivianas de Moxos y Cochabamba.
El epíteto que identifica a esta especie corresponde a la palabra latina aureoventris/con el vientre dorado, en atención a que sus costados y vientre brillan con un color verde cobrizo.
Costumbres y nido
En cuanto a las costumbres y nido de su Maynomby advirtió Azara:
“Su nido, que después obtuve, es casi cónico, largo dos pulgadas una línea, y su base es de una y media pulgada, todo exteriormente. El hoyuelo para la cría es de una pulgada. Lo exterior es compuesto de hojitas, y corteza de Guavirá que es muy suave, secas y delgadas de plantas, sujetas con cerditas más delgadas que de caballo, y que parecen pelos de lana churra, lo interior consta de una especie de algodón (pero no lo es) que dan algunas plantas. El todo está colgado a una paja, de las que suelen servir para cubrir los ranchos, que es la que se llama espadaña; la cual por un lado está ligada al costado del nido por dichos pelos de lana. Siempre lo hacen así, colgado de dicho modo, y en él depositan sus dos huevitos. / Nadie ignora su modo de vivir, disfrutando las flores a manera de abeja, ni su modo de volar. No va en bandas, sino uno y a veces dos, pero tampoco juntos, sino próximos. Canta con frecuencia, como si dijese Trep”; y, en sus Apuntamientos, agregó al hablar de su picaflor sienes blancas:
“Su nido es cónico de dieciocho líneas de diámetro y veinticuatro de eje, medido todo por fuera, porque el hoyuelo tiene solo doce de abertura. Se compone por fuera de hojitas secas y cortecillas delgadas, sujetas con pelos al parecer de lana; y lo interior es una especie de algodón. Suele colgarlo con la punta para abajo del extremo de una pajita vertical o medio desprendida de las que cubren las chozas campestres, y sino de algún árbol. Pone dos huevos blancos del tamaño que se deja entender: el primero cuando la hembra ha construido solo la mitad o poco más del nido; y continúa trayendo algún material, covando el huevo al mismo tiempo que compone y aumenta el nido, manteniéndose en él un rato. Luego sale a traer otro material, de modo que nunca vuelve sin traer algo, ni el nido está perfectamente concluido hasta que nacen los pollos. El macho no le ayuda; pero se acerca de rato en rato a ver si la hembra está covando o si trabaja”.