“Llámanle Chahá porque canta su nombre agria y fuertemente, de día y también de noche. Algunos la llaman Ave del aire porque desde sus dedos, tarso, pierna, y todo el cuerpo, está tan lleno de viento entre cuero y carne que admira el tacto, y aún la vista, pues parece que su cuero no toca en parte alguna la carne. Todo es hinchazón”.
En sus Apuntamientos agregó que su canto, que le da el nombre, se escucha:
“muy alta, agria y claramente con bastante frecuencia, no solo de día, sino también de noche si oye ruido, diciendo el un sexo Chajá, y el otro Chajali, por lo común alternando”.
Bertoni (Vocabulario) y Gatti (Enciclopedia) coincidieron con Azara al señalar que el nombre común de esta ave, que es onomatopéyico, es Tshâhâ (Bertoni) o Chajá (Gatti).
Nuestro naturalista, al tiempo de redactar su manuscrito, solo tuvo el individuo que, como ya se señaló, había comprado a los Payaguá y describió con mucho trabajo por la cantidad de piojos que tenía. Refirió en sus Apuntamientos que había visto:
“algunos criados desde muy pequeños en las casas campestres, tan mansos como las gallinas, y me aseguraron que comían pedacillos de carne cruda; pero yo les vi picar y comer yerbas”.
Afirmó, también, que es ave que habita no solo el Paraguay “sino también las dos bandas del Río de la Plata”.
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Nomenclatura
Sonnini mencionó que estuvo tentado a asimilar esta ave con el Kamichi de Buffon (Anhima cornuta), tal como lo hizo Azara, pero que las diferencias entre ambas se opusieron a ello, como por ejemplo el cuerno puntiagudo de tres o cuatro pulgadas de largo que remata la cabeza del Kamichi del cual el Chajá carece, por lo que concluyó que eran especies distintas. Agregó que el Kamichi era ave muy conocida por Buffon y que su descripción era exacta, por lo que no debía considerarse la recomendación de Azara de echarla al fuego, junto con la estampa iluminada que la ilustra, por el solo hecho de no guardar relación con lo que él dijo de su Chajá.
La referida recomendación de Azara figura en sus Apuntamientos en estos términos:
“Buffon creo le llama kamichi, por su canto fuerte y elevado, que viene a ser lo mismo que chajalí. Dice que en el río de las Amazonas le dan el nombre de cahuitahu, por imitación de su voz; pero quién sabe si no engañaron a la Condamine diciéndole, que se llamaba caguicahú, que significa borracho de aguardiente. Los portugueses del Brasil, según mi autor, le llaman anhima, sin duda porque canta de noche. Todo esto va corriente. Pero algunos naturalistas dicen que es águila; que subsiste cazando reptiles; que va siempre a pares; que muerto el uno vive el viudo errante, gimiendo siempre, hasta que consumido muere cerca del sitio donde perdió al objeto amado; y que tiene las piernas cortas, y un cuerno de tres a cuatro pulgadas en lo alto de la frente, fortalecido en la base por un forro o estuche. Yo nada de eso creo, y finalizo diciendo, que si el kamichi es mi chajá, como no lo dudo, deben desecharse la descripción y estampa del autor”.
El Kamichi (Anhima cornuta) está retratado en la estampa iluminada número 451 de Martinet y, aunque habita en Paraguay con el nombre de Añuma, no fue conocido por nuestro naturalista.
En tanto que el Chajá de Azara resultó ser una especie desconocida para la ciencia. Fue identificada por el naturalista alemán Lorenz Oken con el nombre de Chaja torquata (Chauna torquata; 1816, Leurbuch Naturgeschichte, pt. 3, ser. 2, p. 639).
El epíteto que identifica a esta especie corresponde a la palabra latina torquata/adornada con collar, que hace referencia al que posee el Chahã en el cuello y que está formado por unas cuantas plumas negras, corta y algodonosas.
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Costumbres
Azara, en su manuscrito, señaló sobre las costumbres de esta ave:
“Es ave muy abundante en las orillas de los ríos grandes, donde en lagunazos y esteros busca su alimento, que es de toda clase de insectos. Es muy esquiva. (…) Su postura ordinaria es con las piernas sumamente abiertas y paralelas, las cuales casi no forman ángulo entre el tarso y pierna. Anda gravemente a pasos, siempre tiene la cabeza y cuello vertical, y aún algo inclinada para atrás, con la dirección del pico inclinada cuarenta y cinco grados bajo del horizonte, lo que le da un aire impostor y despreciante. Me aseguran que se domestica. Vuela muy alto en invierno, hasta perderse de vista”.
En sus Apuntamientos añadió:
“Va solo, a pares, y a veces en bandadas numerosas. No tiene diferencia sexual, ni habita sino las aguas estancadas; y si se encuentra en los ríos, es en los parajes anegados de poca o ninguna corriente. No sabe nadar, aunque entra en el agua lo que las garzas; pero no es para comer pescados, ranas, etcétera, sino las hojas de las plantas acuáticas, según he observado, y también le he visto comer otras yerbas. Quizás no despreciará las semillas, y los insectos, aunque no lo puedo asegurar. He visto algunos criados desde muy pequeños en las casas campestres, tan mansos como las gallinas, y me aseguraron que comían pedacillos de carne cruda; pero yo les vi picar y comer yerbas. (…) Se posa en la cumbre de los mayores árboles; y en tierra camina espaciosamente con majestad, llevando el cuerpo horizontal, las piernas muy apartadas y casi en la dirección del tarso, la cabeza y cuello verticales, y el pico algo inclinado para abajo. (…) aparentan un poderoso y magnífico guerrero: sin embargo nadie se mete con él, ni el chajá turba la quietud pública, ni aún la particular de su especie”.
Nido
Nuestro naturalista consignó sobre el nido del Chahã, en su manuscrito, que:
“Cría sobre los matorrales que hay en medio de dichos esteros, sus dos hijos mucho antes de tener pluma dejan en el nido, o sus padres lo echan al agua, donde los acompañan nadando. Cría en agosto y septiembre”.
Además, en sus Apuntamientos, se lee:
“Cría dos pollos a principios de agosto, los cuales sin más vestido que el algodón de la infancia andan como los padres; pero no sé si dejan o no el nido antes de poder volar, aunque me inclino a que en esto se parecen a las gallinas; porque he observado que los pollos desde muy chicos no solo andan, sino que también toman la comida del suelo. Unos dicen: que hace el nido plano muy grande con palitos en los matorrales bajos circundados de agua, y otros que le fabrica en los juncos pegados al agua”.
Caracteres
La descripción del Chajá de los Apuntamientos no difiere mucho de la del Chahá del manuscrito, por lo que no vale la pena ocuparse de ella.