Astrofísicos de las universidades Autónoma de Madrid (UAM) y de Buenos Aires han llegado a esa conclusión tras hacer mediciones en más de 150.000 galaxias comparadas con simulaciones de pequeños universos sintéticos.
Desde hace más de veinte años la comunidad astronómica ha dividido a las galaxias en dos tipos distintos: por un lado, están las galaxias vivas o “formadoras de estrellas” que presentan colores azules por la presencia de estrellas jóvenes muy masivas, y generalmente tienen formas espirales debido al alto contenido de gas, lo cual es fundamental para la formación de nuevas generaciones estelares.
Por otro lado, ha informado hoy la Universidad Autónoma de Madrid, están las galaxias con colores rojos, cuya luz esta compuesta mayoritariamente por estrellas viejas, y generalmente se piensa que estas galaxias dejaron de formar estrellas hace varios miles de millones de años, por lo que reciben el nombre de galaxias muertas o pasivas.
Pero en la actualidad esta cuestión sigue sin comprenderse con precisión, ha precisado la UAM en una nota de prensa difundida hoy, y ha observado que existe de hecho un extenso debate sobre cuál es el mecanismo responsable de acabar con la formación estelar, el que convierte “las galaxias azules en galaxias rojas”.
El estudio realizado por los astrofísicos en España y Argentina propone que esta división tajante entre los dos tipos de galaxias no necesariamente tiene por qué ser correcta.
Hasta ahora se ha argumentado que los procesos responsables de la muerte estelar podrían estar relacionados con la fuerte emisión electromagnética proveniente del núcleo de las galaxias, atribuida a la presencia de un agujero negro súpermasivo.
También que podrían estar relacionados con la inyección de energía de las estrellas más masivas cuando explotan como supernovas, o con posibles interacciones de galaxias vecinas.
Los autores sostienen, sin embargo, que la transición de galaxias azules a rojas puede deberse únicamente a un proceso evolutivo lento, donde las galaxias convierten progresivamente el gas del que disponen en estrellas a lo largo de la historia del Universo, hasta que terminan por extinguir sus reservas.
De esa manera, las galaxias no mueren, sino que envejecen a lo largo del tiempo, formando una única secuencia evolutiva.
Para demostrar que las galaxias no forman dos poblaciones distintas, los autores realizaron un estudio estadístico de la tasa de formación estelar (cantidad de gas convertido en estrellas por unidad de tiempo), teniendo en cuenta consideraciones tanto teóricas como observacionales.
Las mediciones de más de 150.000 galaxias cercanas a la Vía Láctea fueron comparadas con resultados de varias simulaciones cosmológicas, donde se modelaron pequeños universos sintéticos haciéndolos evolucionar en el tiempo hasta la actualidad.
Las predicciones de los modelos teóricos implementados en las simulaciones indican que un gran porcentaje de galaxias rojas dejaron de formar estrellas abruptamente hace unos tres o cuatro mil millones de años, después de que algún proceso violento acabara con el gas disponible, por lo que se encuentran actualmente muertas.
Por otro lado, las medidas observacionales sugieren que las galaxias rojas no han dejado de formar estrellas, sino que simplemente lo hacen a un ritmo mucho menor que en el pasado, respaldando la idea de un envejecimiento lento y continuo a lo largo del tiempo.
Esta contradicción entre la teoría y las observaciones pone de relieve, según los investigadores, que aún no se comprende cómo evolucionan las galaxias a lo largo de su vida, lo que abre un camino a investigaciones mucho más detalladas sobre la formación estelar en galaxias a priori muertas.