La eficacia de la ivermectina contra el covid-19 no está demostrada científicamente

PARIS. Muchas publicaciones compartidas en las redes sociales en el mundo presentan la ivermectina, un medicamento antiparasitario, como un tratamiento útil contra el covid-19, e incluso como un remedio “milagro”. Pero hasta ahora su eficacia no se ha demostrado, explicaron varios expertos e instituciones.

Ivermectina.
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La ivermectina es un medicamento barato para uso veterinario y humano utilizado contra parásitos, como la sarna, la oncocercosis y los piojos. Sin embargo, si bien un estudio australiano publicado en abril de 2020 observó una eficacia in vitro (en laboratorio) de la invermectina contra el virus SARS-CoV-2, esta no está demostrada en el hombre, puesto que hasta ahora los ensayos fueron limitados y con muchos sesgos.

Además, muy a menudo los tratamientos in vitro no pueden trasladarse al ser humano, especialmente porque no pueden administrarse las mismas concentraciones de medicamentos. “El ‘medicamento milagro’ ivermectina. No es tóxico. Creo que es un don de Dios para salvar la raza humana del covid-19”, afirma por ejemplo una publicación en coreano en Facebook, parecida a las que también circulan en países como Brasil y Sudáfrica.

En Estados Unidos, médicos reunidos en un grupo llamado “Front line COVID-19 Critical Care Alliance” defienden con ahínco este medicamento. Su máximo responsable, el doctor Pierre Kory, aseguró incluso en diciembre que su eficacia había sido probada ante una comisión del Senado estadounidense. En Francia, un sitio internet que promueve terapias llamadas alternativas y fuente de falsas informaciones afirmó por su parte el mes pasado que “todas las pruebas científicas muestran la eficacia de la ivermectina”.

Fuerte eco en América Latina

Este tipo de afirmaciones proliferaron especialmente en los últimos meses en América Latina, hasta el punto de que la AFP publicó varios artículos sobre el asunto en español y portugués, mostrando que no se trataba de un tratamiento probado contra el covid-19. El 5 de enero, el presidente brasileño Jair Bolsonaro, que ya había promovido la hidroxicloroquina como medicamento eficaz contra el covid-19, defendió el uso de la ivermectina en Twitter.

La hidroxicloroquina es también un medicamento antiparasitario promovido al principio de la pandemia igualmente por otros dirigentes como Donald Trump, pero cuya eficacia tampoco fue probada por la ciencia. Para apoyar ambos medicamentos se emplea a menudo la misma retórica en las redes sociales, según la cual las autoridades los ignoran porque son baratos y por tanto no rentables para la industria farmacéutica.

Estudios “poco concluyentes”

En Francia, los políticos euroescépticos Nicolas Dupont-Aignan, François Asselineau y Florian Philippot reclamaron la semana pasada al ministro de Sanidad, Olivier Véran, información sobre los tratamientos posibles del covid-19, citando la hidroxicloroquina, la vitamina D y la ivermectina. En realidad, “la mayoría de estudios clínicos (publicados) recientemente sobre el tema son poco concluyentes, la mayoría son o bien prepublicaciones no validadas por colegas, o bien, cuando son publicados, se trata de estudios con sesgos metodológicos de manera que los resultados son difícilmente interpretables y no permiten sacar conclusiones”, resume la Sociedad Francesa de Farmacología y de Terapéutica.

La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) , su homóloga sudafricana (SAHPRA) y las autoridades sanitarias mexicanas también afirmaron públicamente que la ivermectina no se considera como un tratamiento anticovid, debido a la falta de datos científicos fiables y sólidos.

En cuanto a Unitaid, la organización internacional de compras de medicamentos para los países pobres que vigila de cerca todo tratamiento potencial contra el covid-19, estima que hay “datos preliminares prometedores”, pero que “hay que esperar los resultados de otros ensayos” , antes de prever eventualmente nuevas etapas. “Para estar seguro al 100% de la eficacia de un medicamento, hacen falta resultados de ensayos aleatorios controlados de mayor envergadura” de lo que se ha hecho hasta ahora, explica a la AFP el profesor Kim Woo-joo, profesor del departamento de enfermedades infecciosas en el hospital universitario de Corea, en Seúl.

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