Conocida comúnmente como Estrellita Ecuatoriana, esta especie de 14 centímetros de altura tiene el canto más agudo entre los pájaros. El Oreotrochilus chimborazo canta con una frecuencia fundamental de 13,4 kilohertzios (kHz) y alcanza notas de hasta 16 kHz, según un estudio divulgado en julio en la revista Science Advances. El resto de aves emiten vocalizaciones que van generalmente de dos a ocho kHz.
“La frecuencia fundamental es importante porque nos muestra la frecuencia a la que vibra la siringe, lo que es el equivalente a nuestra laringe, que es la que produce el sonido”, explica a la AFP Fernanda Duque, neurocientífica ecuatoriana de la Universidad Estatal de Georgia, en Estados Unidos, y autora del artículo.
Aún admirada por su hallazgo tras cinco años de trabajo, esta científica de 32 años señala que algunos colibríes emiten vocalizaciones que llegan a ocho kHz. “Pero es raro escuchar un canto que esté exclusivamente por encima de los diez y por esto estas vocalizaciones son importantes”, explica.
Además, la Estrellita Ecuatoriana es el único colibrí que puede vivir a 5.200 metros de altura.
Este tipo de aves desafían el frío extremo de los páramos de Ecuador, un ecosistema vital que actúa como una esponja que retiene agua. El país cuenta con unas 130 variedades de colibríes, el 40% de las 300 registradas en América, el único continente donde habitan.
Los machos de la especie Oreotrochilus chimborazo emiten un canto tan alto que puede superar el sonido que hace el viento al chocar contra el pajonal y las plantas de chuquiragua, su alimento predilecto.
Un susurro
Carlos Rodríguez, de 33 años y quien estudia la evolución del canto de aves en la Universidad de Texas, Estados Unidos, identificó el canto de esta especie de colibrí. Junto a su esposa, Fernanda Duque, llevaron a cabo el estudio que determinó las características únicas de este animal.
“Yo escuché esta vocalización, pero entonces ni siquiera se me ocurrió que pudo haber sido el canto de un ave. Para mí, se escuchaba como el susurro del viento en el pajonal”, recuerda el científico ecuatoriano.
Incrédulo, pensó incluso que podía tratarse del zumbido de un insecto. “Pero empecé a ver que siempre que escuchaba eso veía al colibrí”, relata a la AFP Rodríguez. Cuando la Estrellita canta “suena como un susurro, como un ‘sssss’ y en realidad dentro de los sonidos que nosotros estamos acostumbrados a escuchar los susurros son los que tienen frecuencias más altas, más altas que los silbidos”, dice.
Con la edad, las personas pierden la capacidad para captar el canto de contratenor del colibrí, explica Rodríguez.
Defensa y cortejo
El colibrí vive en la reserva natural Chakana, en las faldas del volcán ecuatoriano Antisana (50 km al sureste de Quito), uno de los lugares donde se hizo el estudio.
En ese hábitat, Efraín Cepeda, funcionario de la Fundación de Conservación Jocotoco, usa un parlante con una grabación del canto para atraer a la Estrellita Ecuatoriana. Es un trabajo de paciencia hasta lograr que una de las aves se aferre con sus patas a la planta de chuquiragua.
Entonces, se abre el espectáculo de la naturaleza: el colibrí entona su canto, su cuello se ensancha y las plumas de la cabeza se mueven como formando una ola que cambia de color por la iridiscencia. La Estrellita Ecuatoriana tiene una capucha de color que va entre el morado y el azul, según el ángulo de la luz. Esos colores y el canto son su atractivo.
“Este canto existe con esa función de comunicarse en contextos sociales específicos que son la defensa territorial y el cortejo”, explica Duque, quien notó que los machos lo entonaban mientras permanecían suspendidos frente a las hembras.
La investigadora además identificó que machos y hembras de Oreotrochilus chimborazo viven en territorios distintos y que solo los machos realizan este canto, que es más complejo que otras vocalizaciones que puede realizar la especie.
Estas aves lo usan también para defender su espacio. “Tienden a tener comportamientos agresivos. Empiezan a buscar de dónde viene el sonido con cosas como mover la cabeza, estirar el cuerpo y empezar a acercarse a la fuente del sonido. Algunos atacan el parlante”, señala.