“Nuestro objetivo principal era crear una plataforma científica conveniente que pudiera realzar la fijación del dióxido de carbono, lo cual podría ayudar a lidiar con los retos de una producción sostenible de alimentos, los combustibles y el calentamiento global causado por las emisiones ” , explicó Ron Milo, del Instituto Weizmann de Ciencias, con sede en Rehovot (Israel) .
“ La conversión de la fuente de carbono de la E. coli, el caballo de batalla de la biotecnología, de carbono orgánico a CO2 es un gran paso para el establecimiento de tal plataforma ” , añadió. El CO2 procedente del uso de combustibles fósiles causa el 65 % de las emisiones de gases que contribuyen al calentamiento global y otro 11 % procede de las actividades humanas de deforestación y usos agrícolas del suelo, según el Grupo Intergubernamental sobre Cambio Climático.
Todos los organismos vivos en el planeta se dividen en autótrofos, que convierten compuestos inorgánicos en biomasa, y los heterótrofos, como los animales, hongos y la mayoría de las bacterias y protozoos, que dependen de los autótrofos para su nutrición. Los organismos autótrofos dominan la biomasa terrestre y proveen gran parte de los alimentos y combustibles para los heterótrofos.
Los científicos querían saber “ si era posible la transformación en la dieta de la bacteria, de su dependencia del azúcar a la síntesis de toda su biomasa a partir del CO2 ” , indicó Shmuel Gleizar, otro de los investigadores en este trabajo para el cual emplearon la evolución y adaptación de la bacteria en laboratorio como medio para optimizar el metabolismo.
Así obtuvieron autófrofos que producen biomasa a partir de CO2 como única fuente de carbono a diferencia de los heterótrofos que dependen de xilosa como fuente de carbono para su crecimiento. “ El estudio describe, por primera vez, una transformación exitosa del modo de crecimiento de una bacteria ” , dijo Gleizer. “ El enseñarle al sistema digestivo de una bacteria que hiciera lo que las plantas hacen fue realmente un logro ” , agregó.
Pero el estudio tiene una limitación importante: el consumo de formiato por parte de la bacteria libera más CO2 que el consumido mediante la fijación de carbono y los autores advirtieron que se necesita más investigación antes de que este proceso pueda llevarse a la escala industrial.