Pisar la luna: Un salto de 393.309 kilómetros hacia un sueño de milenios

Washington. Medio siglo atrás, dos hombres en una cápsula guiada por una computadora de 30 kilogramos pisaron por primera vez la luna y captaron imágenes sin precedentes que muestran la tierra distante como una mota azul detrás del hombro de los astronautas.

Fotografía de la NASA cedida por National Geographic, donde aparece el astronauta Edwin Aldrin mientras realiza un experimento científico en la superficie de la luna.CORTESÍA
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Entre agosto de 1958 y julio de 1969 la entonces Unión Soviética (URSS) y Estados Unidos, enzarzados en una competencia global por prestigio e influencia, habían llevado a cabo 73 misiones lunares de las cuales 41 fallaron.

La misión Apolo 11, que en valor actualizado a nuestros días costó unos 30.000 millones de dólares (26.370 millones de euros), estuvo rodeada y sigue siendo motivo de polémica acerca de si fue un gasto con beneficios o un desperdicio de recursos motivado por la propaganda.

Y como reflejo nítido de las ideologías enfrentadas en la Guerra Fría, muchos de quienes consideraban el programa espacial estadounidense un derroche vergonzoso mientras había pobreza en la Tierra elogiaban las proezas espaciales de la URSS como joyas del triunfo comunista. Cuando el comandante Neil Armstrong y el piloto de la cápsula “ Eagle”, Buzz Aldrin, descendieron a la superficie lunar -Michael Collins se quedó en la nave principal orbitando el satélite- habían pasado apenas ocho años y dos meses desde que el presidente John F.Kennedy (1961-1963) anunciara al Congreso su decisión de “ir a la Luna”.

La agencia espacial estadounidense, NASA, captó en todo su colorido esplendor, mediante fotos y películas, las imágenes de la misión, pero la Humanidad vio el descenso y los brincos en baja gravedad de Armstrong y Aldrin en borrosas imágenes en blanco y negro.

Las cámaras de televisión en color de la época eran demasiado grandes y pesadas como para acomodarlas en la “Eagle” y las limitaciones tecnológicas restringían el ancho de banda utilizable para las comunicaciones de audio y vídeo en un solo sistema. Lo que hoy se lograría con la tecnología de un teléfono celular requirió entonces de dos cámaras: Una de ellas, con película, fue instalada por Aldrin en una ventana de “Eagle” para registrar la escena a color a seis fotogramas por segundo.

Las imágenes transmitidas en vivo y en directo a la Tierra se tomaron con una cámara de televisión en blanco y negro que grabó en cinta de vídeo. La delicada operación de 12 minutos desde que la “ Eagle” se desprendió del vehículo orbital “Columbia",tripulado por Michael Collins, hasta que la cápsula tocó el suelo selenita tuvo la ayuda de un ordenador con un procesador de 2,5 MHz, una potencia de computación equivalente a la de una calculadora de bolsillo actual.

Los uniformes espaciales, hechos a medida de cada astronauta, cosidos a mano y que protegieron a los dos hombres de las temperaturas que en la superficie lunar oscilan desde los 120 grados centígrados durante el día hasta los 150 grados bajo cero durante la noche, nunca se habían usado antes de la misión Apolo 11.

La cápsula “Eagle” fue el primer vehículo espacial diseñado específicamente para operar en otro mundo y a diferencia de uno hecho para funcionar en la atmósfera, fue un conjunto de ángulos y protuberancias que los astronautas llamaron “la araña". Esto se debió a que en el espacio no sería necesario preocuparse de la atmósfera y la omisión de características aerodinámicas contribuyó a reducir el peso y los costos de lanzamiento de la nave.

El debate sobre cuán beneficiosa fue aquella misión para el resto de la Humanidad puede tener en cuenta las derivaciones tecnológicas que incluyen el escáner para detectar cánceres, los microprocesadores, las herramientas inalámbricas, las comidas desecadas en frío, materiales de aislamiento y los “joysticks”, las palancas de mando para manejar videojuegos.

Apolo 11 fue la culminación científica y tecnológica de años turbulentos, tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo, agitado por las revueltas estudiantiles de la época en Europa, América y Asia y la invasión soviética de Checoslovaquia, entre otros.

En aquella tercera semana de julio de 1969 el dúo musical Zager and Evans se mantenía por sexta vez al máximo de las preferencias de la revista Billboard con su tema “In the Year 2525”, una visión pesimista del futuro tecnológico, contrastada por la imagen de dos humanos saltando en la Luna.

Mientras más de medio millón de soldados estadounidenses estaban atrapados en el pantano de la Guerra de Vietnam y un mes antes del optimismo juvenil del festival de Woodstock, el primer alunizaje de humanos supuso un paso en la ilusión de viajar a otros mundos.

Ahora, cincuenta años después, la NASA promete que volverá hacer soñar a la Humanidad dentro de otro lustro llevando a la Luna a la primera mujer y a un hombre dentro del programa bautizado Artemisa, la hermana de Apolo en la mitología griega.

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