Y la cuestión pasa por aquellos que saben qué hacer con la pelota cuando la tienen atada a sus pies y no por otra situación.
Leí y escuché que “este es un partido donde hay que correr mucho” lo cual me perece una barbaridad. Nunca “correr”, en el fútbol, fue sinónimo de velocidad ni de eficacia táctica. Apenas una manera de cansarse rápidamente, bajar los brazos y entregar la pelota al rival. Por eso insisto en la pregunta. ¿Dónde está la pelota?
No veo en el equipo el manejo de Dos Santos, o el talento de Fabbro, para citar solamente dos nombres. No veo a un volante por derecha de la categoría de Aranda, ni al veloz y goleador “Pájaro” Benítez.
Veo si la lucha de Ayala, de Oviedo, de Richard Ortíz no exentas de talento a cuenta gotas. No veo tampoco a Marcelo Estigarribia, pero veo la orfandad de “Tacuara” Cardozo, una vez más condenado a ver si pesca una pelota, o si le cae un zapallazo del cielo, pero nunca jugando en el área como en el Benfica. Y seguro se preguntarán ¿cómo es que hace tantos goles en Portugal? Y la respuesta en sencilla: porque le pasan la pelota allí done él es útil, no saliendo por todo el campo a perseguir adversarios.
Y veremos, una vez más, el prodigioso cuanto inútil sacrificio físico de Haedo, buscando rescatar algún balón y acercarlo al arco rival.
Sin embargo el fútbol se juega con futbolistas que saben qué hacer con la pelota, que sepan que tenerla es la mejor manera de defenderse y de atacar, que entiendan que si la tenemos nosotros ellos se desesperan. Y que ese -y no solamente correr, poner garra y lanzar miles de centros desde todos los ángulos de la cancha- es el camino del éxito. Y no otro.
El viernes será el gran examen. Esperemos que la nota sea 3, como los puntos que necesitamos para seguir respirando.
José María Troche