El nuevo periodismo

En los años que comenzaba a hablarse con frecuencia sobre los emails y contados privilegiados empezaban a mostrarse con los primeros celulares ladrillos con antenas, allá por los inicios de la década del 90, me trataron de loco e iluso unos colegas de entonces cuando les dije que en unos años más los periodistas ya tendríamos a disposición nuevos medios portátiles que nos facilitarían grandemente los envíos de nuestras crónicas y fotografías a la sala de ediciones del diario desde cualquier parte del mundo, sin necesidad de utilizar cables kilométricos, alambres gigantes o máquinas tipo elefante para las conexiones satelitales.

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Además de las burlas y risas de que fui objeto por aquel comentario futurista, tampoco faltaron los denuestos por parte de mis interlocutores.

Pero esa reacción era lógica porque en la cabeza de cualquier común de los mortales de aquel tiempo era inconcebible una idea sobre la existencia y funcionamiento de celulares táctiles inteligentes, como los que abundan hoy.

Con el pasar de los años esos móviles evolucionaron hasta convertirse en verdaderos centros productores y emisores de audios, fotografías, vídeos o canales de TV de difusión instantánea y directa, fabricados en tamaños de la palma de una mano, manejables con los dedos, ojos o la voz.

Y así, los pequeños móviles inteligentes se convirtieron en una nueva sorprendente herramienta que cambió el sistema de comunicaciones, el periodismo y el mundo, generando pesadillas en tiranos, criminales, corruptos y demás cómplices del mal.

En coordinada conexión y acción con otros sistemas fijos de filmaciones o grabaciones, los celulares inteligentes ayudaron a mostrar verdades, desenmascarar a farsantes y a enterrar mentiras.

Un reciente ejemplo esa función cumplida por esos mágicos dispositivos audiovisuales se dio en la tarde y noche del 31 de marzo último, día en que se produjo la histórica rebelión de los mansos, sublevación que más tarde logró el funeral y entierro de la enmienda.

Gracias a la difusión masiva de mensajes de alerta y llamados a la movilización ciudadana, a través de los celulares, ante el atentado cometido por un grupo de salvajes contra la Constitución Nacional, los defensores de la libertad salieron de sus casas para poner la frente y el pecho en las calles y plazas buscando impedir la puesta en vigencia de un plan criminal que proyectaba la instalación y perpetuidad de un régimen dictatorial, rapaz, inhumano y perverso.

Los pedidos de socorro, mensajes escritos e imágenes difundidas de teléfono a teléfono aquella tarde y noche, cumplieron el rol de lo que podríamos llamar el nuevo periodismo que en cuestión de minutos movilizó a decenas de miles de ciudadanos que se convirtieron en bravos guardianes reales de la democracia.


 Ante esa nueva realidad,

¿Seguirá evolucionando este nuevo periodismo?

¿Los hijos, nietos y engendros de dictiranosaurios podrían impedir el mayor desarrollo de este nuevo periodismo?

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