Desarrollo sostenible y ordenación territorial

Así como la ordenación del territorio es la mejor herramienta para el cumplimiento de la política ambiental, la gestión del agua es la mejor auxiliar para lograrla.

El desarrollo sostenible o sustentable se ha situado en el centro del debate medio ambiente-desarrollo hacia finales de siglo. La noción, que fuera el eje conceptual, tiene su antecedente más importante en el “ecodesarrollo”, que se formulara en Estocolmo en 1972 como desarrollo compatible con la preservación ambiental.

No se trata de una teoría del desarrollo ni de un modelo de crecimiento, sino de un nuevo enfoque que es imprescindible aplicar en la ordenación territorial. Sostenible, según la definición más difundida, es un desarrollo “que satisface las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades” (Nuestro Futuro Común, 1987).

Incluye, entonces, al derecho intergeneracional, cuestión novísima, aún no precisada en términos de planificación ni incluida en sus más modernas herramientas (como la evaluación del impacto ambiental).

En su definición más completa, el desarrollo sostenible o sustentable es “un proceso de cambio social, en el cual la explotación de los recursos, el sentido de las inversiones, la orientación del desarrollo tecnológico y las reformas institucionales se realizan en forma armónica, ampliándose el potencial actual y futuro para satisfacer las necesidades y aspiraciones humanas” (Nuestro Futuro Común, 1987).

En suma, es un concepto complejo que incorpora principios de sostenibilidad, cada uno de los cuales es aplicable a las distintas modalidades de la relación naturaleza-sociedad.

* La sostenibilidad ecológica exige que el desarrollo sea compatible con el mantenimiento de los procesos ecológicos, la diversidad biológica y la base de los recursos.

* La sostenibilidad social requiere que el desarrollo aspire a fortalecer la identidad de las comunidades y a lograr el equilibrio demográfico y la erradicación de la pobreza.

* La sostenibilidad económica demanda que el desarrollo sea económicamente eficiente y equitativo dentro y entre generaciones (Carrizosa Umaña, 1993).

¿Y la sostenibilidad geográfica? A pesar de que existe consenso en los foros internacionales sobre la importancia y dimensiones de este concepto; la realidad es que su aplicación en distintas escalas geográficas, especialmente en las escalas nacional, regional y local es todavía muy incipiente.

Además, existe una subvaloración de la dimensión territorial que puede traer consecuencias negativas en la planificación del desarrollo sostenible.

El “Informe sobre los Recursos Mundiales – 1992”, elaborado por el PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo), “enfoca el desarrollo sustentable como un proceso que requiere un progreso simultáneo global en las diversas dimensiones: económica, humana, ambiental y tecnológica”.

Como se ve, se soslaya la dimensión geográfica en su significado específicamente territorial, pues el ambiental está naturalmente explicitado. En la dimensión ambiental, el desarrollo sustentable promueve la protección de los recursos naturales necesarios para la producción alimentaria y energética, al mismo tiempo que la expansión de la producción para satisfacer a poblaciones en crecimiento.

Se intentaría así superar la dicotomía medio ambiente-desarrollo, aspecto nada sencillo a juzgar por los impactos ambientales de los modelos económicos neoliberales en el mundo.

En términos geográficos, el desarrollo sustentable tiene diferentes interpretaciones para una aldea africana, una aglomeración latinoamericana o una nación industrializada europea.

Tal vez el desarrollo sustentable sea más relevante para un estado industrial y menos para una aldea africana, y sin saberlo haya sido practicado por las culturas precolombinas. Lo seguro es que las posibilidades de acceso a un desarrollo sostenible son aún utópicas en nuestros países latinoamericanos.

El modo de equilibrar el actual modelo de “subdesarrollo insustentable” (Di Pace et al, 1992) es mediante la inserción de la dimensión ambiental y de la dimensión territorial en la política, aspectos insuficientemente relevantes hoy, donde hay un discurso ambiental, pero no una verdadera política ambiental.

El geógrafo Juan A. Roccatagliata ha identificado seis áreas de actuación al sistema natural y sus recursos asociados, incluyendo las orientaciones o directrices territoriales que, dentro de esta área, son:

* Fomentar un manejo integrado del medio ambiente y sus recursos.

* Recuperar los ambientes degradados: Control del deterioro y recuperación ambiental de la región de las mesetas patagónicas y del ecotono cordillerano.

* Manejo adecuado de las sequías e inundaciones en la llanura pampeana. Adecuación del uso del suelo y actividades en ambientes subtropicales frágiles, húmedos, subhúmedos y secos.

* Control y recuperación de áreas críticas en la región árida.

* Protección y manejo planificado de áreas protegidas (reservas y parques nacionales) con sus bancos genéticos, logrando un avance del sistema sobre ecosistemas relevantes no protegidos.

* Manejo integrado de los recursos hídricos, controlando los usos diferenciales de un mismo recurso.

*Creación de un sistema de análisis, prevención y control de los desastres naturales.

*Manejo de ambientes costeros (franjas litorales), con sus espacios y recursos marítimos aledaños.

Según la dimensión geográfica del desarrollo sustentable, implica el progreso armónico de los distintos sistemas espaciales/ambientales, atenuando las disparidades y disfuncionalidades del territorio, además de promover sus potencialidades y limitar las vulnerabilidades.

La dimensión territorial en la acción y gestión de gobierno constituye una visión globalizadora del desarrollo, un corte horizontal en la integración de los diferentes sectores y niveles gubernamentales.

“El objetivo final del ordenamiento territorial es lograr una relación armónica entre el medio ambiente y los asentamientos humanos con el propósito de disminuir las desigualdades regionales y lograr un desarrollo socialmente equilibrado, respetando el ambiente natural” (Durán, et al, 1993).

Para lograr ese objetivo es necesario pensar que la relación hombre-ambiente no se define a través de generalizaciones macro, sino en una escala de relevancia inmediata, de vida.

Es la escala local y su integración en la escala regional, un principio de organización fundamental que requiere autonomía de decisiones. (Sandner, Gerhard. 1994).

Aplicación de criterios de sostenibilidad geográfica a la gestión de los recursos hídricos. Los criterios de sostenibilidald geográfica son conceptos que vinculan la naturaleza y la sociedad en su manifestación territorial.

Son evaluaciones que permitirán aplicar el enfoque del desarrollo sostenible en la ordenación del territorio. El enfoque del desarrollo sustentable tiñe la utilización de los recursos hídricos, pues significa “la conservación del agua, mediante la eliminación de su uso antieconómico y la mejoría en el rendimiento de los sistemas acuíferos” (PNUD, 1992). También debe incluir la restauración de los sistemas hídricos alterados.

Prosigo mi aprendizaje

- ¿Qué implica el desarrollo sustentable desde la dimensión geográfica? ¿Por qué?

- ¿Cuáles son los criterios de sostenibilidad que deben ser considerados?

- ¿Qué áreas de actuación al sistema natural y sus recursos asociados deben ser considerados en el caso paraguayo? ¿Por qué?
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