70 años después se instala una nueva dictadura

El 4 de mayo de 1954, hace 70 años, Alfredo Stroessner derrocó al presidente Federico Chaves y se erigió en árbitro del poder. Tres meses después asumió como presidente de la República, cargo en el que se mantuvo durante 35 años como dictador más allá del ritual republicano que desplegaba. Cuando lo destronaron en 1989 pensamos que ya no cabría otra dictadura. Nos equivocamos: hoy emerge una, con caracteres diferentes, pero dictadura al fin.

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La clave de una dictadura está en el manejo del sistema judicial, incluyendo los organismos extrapoder como el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados y el Consejo de la Magistratura, dependencias hoy al servicio incondicional de un amo. Ni hablemos de la Corte Suprema, temerosa del poder político que la tiene domesticada.

Mucho menos hablemos del Ministerio Público sometido hasta los tuétanos. El Fiscal General del Estado se constituyó en la peor decepción para la ciudadanía. Cuando pensábamos que el hombre impondría majestad en su cargo, terminó convertido en una pieza más en el engranaje del poder manipulado por el titiritero del Quincho.

Hay alguna diferencia entre aquella dictadura y ésta. Stroessner era un dictador en serio y metía miedo. Este es un dictadorzuelo patético y tira más al meme. Aunque es peligroso a su modo.

Hay también alguna similitud. Stroessner no fue colorado, pero se apoderó del partido para hacerlo suyo. El dictadorzuelo momentáneo tampoco es colorado, aunque llegó a titular de la Junta de Gobierno luego de haber alquilado la ANR para ser presidente y posteriormente seguir teniendo poder con el objetivo de encubrir sus negocios.

Stroessner fue fuertemente apoyado por Washington durante mucho tiempo hasta que los aires cambiaron en el Norte y decidieron deshacerse del dictador que era ya una molestia. Ronald Reagan, mediante el general Vernon Walters, le pidió en 1987 que no se presentara para su reelección y le prometió protección posterior. El Rubio le hizo pito catalán al viejo actor de Westerns de clase B. Y así le fue. Sonó.

Al actual, Washington lo declaró “significativamente corrupto” y le envió señales para que abandonara ciertas prácticas. También, como el Rubio, le hizo pito catalán a la Casa Blanca. Fue electo presidente de la ANR. Desde ahí manda en el Ejecutivo, en el Legislativo y el Judicial. Todos los poderes en su poder. Y ni siquiera es el titular del Ejecutivo. Tal vez aquí esté la mayor diferencia con el otro. Mudó Mburuvicha Róga a su Quincho.

Ya sabemos cómo terminó el dictador que en la noche del 4 de mayo de 1954 ordenó al Batallón 40 atacar el cuartel de la Policía de la Capital, donde murió asesinado el joven Roberto L. Petit. No sabemos cómo terminará el dictadorzuelo actual, que en la noche del 31 de marzo del 2017 tuvo la responsabilidad del ataque policial a la sede del PLRA donde murió asesinado el joven Rodrigo Quintana.

Los dictadores cargan siempre muertos en su mochila. Y eso pesa.

nerifarina@abc.com.py

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