Lo de siempre, salvo la cuestión exterior

Las designaciones de ministros que hizo hasta ahora el presidente electo Santiago Peña no motivaron sorpresa ni novedad, si es que alguno tenía la expectativa de que el nuevo mandatario rompería algún molde en relación al viejo y conocido Partido Colorado.

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Enrique Riera en Interior, Juan Carlos Baruja en Vivienda y Habitat y Ángel Ramón Barchini en Justicia no son justamente los que uno calificaría de innovadores, menos aún revolucionarios. Tienen un perfil colorado al que estamos acostumbrados y evidentemente no harán nada muy distinto de lo que venían haciendo otros ministros desde hace tiempo.

Rubén Ramírez en Cancillería no es tampoco una designación que sorprenda en algún sentido. Es un profesional de carrera, con un perfil de eficiencia y fue puesto en un cargo del área que le corresponde. Seguramente, tratará de aplicar correctamente la política exterior que tiene en vista la nueva administración,

Una cuestión sobre la que existe una inocultable expectativa es el tipo de vínculo que tendrá el nuevo gobierno paraguayo con los Estados Unidos de América, luego de las relaciones tan “carnales” (diría el expresidente argentino Carlos Menem) que tuvo la administración de Mario Abdo Benítez.

El punto en cuestión es la coyuntura en la que se encuentra el mentor (algunos dicen “el jefe”) de Peña, Horacio Cartes, con el Gobierno de Estados Unidos.

El futuro canciller Ramírez ha dicho públicamente que la situación del expresidente no forma parte de la agenda de las relaciones exteriores de nuestro país.

Sin embargo, cuesta creer en esa afirmación por las condiciones en las que Santiago Peña llega al poder. Ni él ni su vicepresidente electo Pedro Alliana estarían donde están de no haber mediado la decisión y el poder de Cartes.

De hecho, nadie desconoce, por ejemplo, que la lista de senadores electos del movimiento Honor Colorado (o sea, el cartismo) fue obra del exmandatario y no de Peña. Eso lo tienen claro los mismos legisladores.

Se especula con la posibilidad de que, con el transcurrir de las semanas y meses, haya un “peñismo” creciente, diferenciado del cartismo, pero eso no ocurrirá pronto. Justamente, los ministros designados son posiblemente los mismos que hubiera elegido Cartes.

En ese contexto, es difícil pensar que el exmandatario no pretenda meter mano para “solucionar” su problema. Seguramente, tratará de que no sea muy evidente para no chocar de entrada con el nuevo mandatario, pero tarde o temprano será motivo de tensión.

Una cuestión muy relacionada a este tema es el mencionado rumbo de la política exterior paraguaya.

Un avezado político opositor me decía hace poco que se deberá prestar atención a las futuras movidas del novel gobierno que se instalará desde el próximo 15 de agosto. En particular, en cuanto a la relación con el presidente del Brasil, Inacio Lula da Silva, y en general con Mercosur, Unasur, Unión Europea y el ascendente grupo Brics (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica).

Aún es prematuro, pero puede que de ese lado venga alguna sorpresa. De ser así, el próximo gobierno promete más acción de la que uno esperaría con un Partido Colorado que se viene repitiendo desde hace tanto tiempo en el poder.

mcaceres@abc.com.py

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