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Casado y padre de tres hijos, el subcomisario Erven Lovera (41) hizo toda su carrera en el cuartel de la Agrupación Especializada de la Policía Nacional, donde incluso llegó a estar frente a los antimotines conocido como “cascos azules”.
Sus amigos destacaron que era una persona amena, amable y que si había oportunidad, invitaba al almuerzo en su lugar de trabajo.
Como jefe de antimotines tuvo la oportunidad de trabajar en el despeje de rutas en el departamento de San Pedro. Su buen trabajo hizo que sea comisionado al departamento de Alto Paraná, por el conflicto de tierras en la región.
El diálogo siempre fue su método para buscar soluciones a los conflictos, lo que le valió el respeto de varias personas, inclusive de dirigentes campesinos.
Estaba a punto de ascender a comisario, pero el riesgo en el trabajo le cobró caro en la jornada de este viernes.
Debía realizar el desalojo de ocupantes de la propiedad del empresario Blas N. Riquelme junto a sus policías, en Morombi, Canindeyú, pero fueron emboscados y acribillados por expertos tiradores con entrenamiento paramilitar.
Siete policías y nueve campesinos fallecieron en la refriega, según datos parciales proporcionados por la fuerza del orden.
La muerte caló hondo en las filas policiales, quienes expresaron que se sienten indignados y abandonados.