De la lactancia a la alimentación: cómo debe ser la transición

En esta nota te contamos sobre la importancia del calostro y los beneficios y ventajas que también ofrece a las madres, así como la mejor forma de asegurar mayor producción de leche materna y cómo debería ser el paso de la lactancia a la alimentación.

Bebé comiendo.
Bebé comiendo.Shutterstock

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Sin lugar a dudas, la lactancia representa uno de los vínculos más fuertes entre el recién nacido y la madre. La lactancia materna está considerada como un símbolo de la maternidad y es la forma ideal de aportar a los niños los nutrientes que necesitan para un crecimiento y desarrollo saludables.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) destaca que la leche materna es el alimento exclusivo del bebé durante los primeros seis meses de vida. Posteriormente, debe complementarse con otros alimentos hasta los dos años. Específicamente recomienda al calostro como el alimento perfecto para el recién nacido, y su administración debe comenzar en la primera hora de vida.

Qué es el calostro

El calostro es un líquido amarillento y espeso de alta densidad y poco volumen que se produce durante los primeros tres a cuatro días después del parto.

Entre los principales beneficios que su consumo aporta al recién nacido podemos mencionar que facilita la eliminación del meconio (primeras heces desechadas poco después del nacimiento), y por su alta concentración de inmunoglobulinas, el calostro cubre el tracto gastrointestinal del niño.

Esto ayuda a protegerlo hasta que su propio sistema inmunológico funcione correctamente. En resumen, el calostro, como la leche que lo sucede, actúa como moderador del desarrollo del bebé.

Ventajas de la lactancia materna

Además de ser el alimento por excelencia para el bebé, la madre también recibe ventajas y beneficios al dar de mamar a su hijo.

- Nutrición óptima: Ningún alimento es mejor que la leche materna en cuanto a calidad, consistencia, temperatura, composición y equilibrio de sus nutrientes. Cambia su composición y se adapta a los requerimientos del niño.

- Fácil digestibilidad: Por tener la concentración adecuada de grasas, proteínas y lactosa, la leche materna es de muy fácil digestión para el bebé. Se aprovechan al máximo todos sus nutrientes y no produce estreñimiento ni sobrecarga renal.

- Protección inmunológica: La leche materna es indispensable para formar un eficiente sistema inmunitario en el niño y para sentar las bases de una buena salud general para el adulto.

- Establecimiento del apego: El amamantamiento, especialmente si este se inicia inmediatamente después del parto, produce un reconocimiento mutuo entre madre e hijo y se establece entre ellos un fuerte lazo afectivo o “apego”.

- Equilibrio emocional de la madre: La intensa unión e interdependencia de la madre con su hijo que amamanta, produce en ella un sentimiento de valoración de sí misma y un equilibrio emocional que promueven su desarrollo integral como mujer.

Cómo producir más leche materna

La manera más eficaz de aumentar la cantidad de leche es dándole el pecho al bebé siempre que lo pida. Para que la mujer pueda producir leche materna debe estar bajo la influencia de las hormonas prolactina y oxitocina.

La prolactina es la encargada de que haya producción de leche y la oxitocina desencadena la eyección (salida) de la leche.

La producción depende únicamente del estímulo que realiza el bebé al succionar. Cada vez que las glándulas mamarias se vacían, estas generan más leche y, por lo tanto, a mayor succión, habrá más producción de leche.

De la lactancia a la alimentación

La transición desde la lactancia materna exclusiva hasta el consumo de los alimentos de la familia es un periodo delicado. Es la época en la que muchos niños pequeños comienzan a padecer problemas de nutrición, lo que contribuye sobremanera a la elevada prevalencia de la malnutrición entre los niños menores de cinco años en todo el mundo.

Es fundamental, pues, que los niños reciban alimentos complementarios apropiados, suficientes y seguros para que el paso de la lactancia a la alimentación familiar se produzca sin problemas.

La OMS recomienda que a los seis meses de vida los bebés pueden comenzar a recibir alimentos complementarios, además de leche materna:

- Unas dos a tres veces al día entre los 6 y 8 meses de edad.

- Tres veces al día más un refrigerio nutritivo de los 9 a los 11 meses.

- Entre los 12 y 24 meses deben dárseles tres comidas, más dos refrigerios nutritivos, si lo desean.

Los alimentos deben proporcionar suficiente energía, proteínas y micronutrientes para cubrir las necesidades nutricionales del niño en crecimiento. En todo momento, los alimentos deben prepararse y administrarse de forma higiénica para evitar al máximo el riesgo de contaminación.

Fuente: Comisión de Lactancia Unicef/Minsal Chile, 1995.

Por Lic. Antonio Danei

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