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Abg. Christian Godoy
Es importante inculcar en nuestros hijos que, cada vez que te unen lazos de afecto a un ser humano y compartes con él momentos de alegría y de tristeza, pones en juego valores y actitudes que te definen como ser humano.
Dialogar y compartir
La relación entre dos personas que comparten un mismo ámbito de actividad como el juego, el estudio o el trabajo en equipo, exige que ambas partes se tengan en cuenta; es decir, es imposible asumir una actitud indiferente hacia el otro.
Pero esto solo no alcanza para desarrollar una actitud de compañerismo o una amistad.
En primer lugar, debemos establecer un puente de diálogo que nos permita acercarnos para conocernos más y, en segundo lugar, debemos desarrollar una actitud comprensiva que nos permita compartir; valorando las coincidencias y los objetivos comunes por sobre las diferencias.
En este caso, la ayuda mutua surgirá como necesidad casi natural, entablando una relación de compañerismo donde la lealtad, la honestidad y el respeto serán también ingredientes necesarios.
Nada mejor que los amigos
El compañerismo es un camino que no siempre culmina en la amistad, pero es imposible llegar a esta sin haber antes transitado por aquel. La amistad es un largo proceso de compartir experiencias entre compañeros, donde la confianza ha logrado un lugar privilegiado y los acuerdos y coincidencias se han entrelazado de tal forma que el acercamiento de los primeros tiempos ha dado paso a la unión por el sentimiento de cariño y amor.
Reciprocidad y abusos en la amistad
La base de las relaciones afectivas sanas es la reciprocidad. Es decir, se da y se recibe en un intercambio equitativo.
Las relaciones no equitativas son aquellas en que una de las partes da mucho más de lo que recibe, o aquellas en las que a uno se le exige más de lo que el otro está dispuesto a dar y hacer.
Desde luego, la amistad no es una cuestión comercial, ni un trueque donde tal cosa se paga con tanto o se entrega a cambio de algo de valor similar. No podemos, pensar por ejemplo, que ante cada favor debemos cobrarnos con otro o que no haremos dos favores seguidos, porque el primero no fue correspondido. Las circunstancias no son iguales para todos y la correspondencia tendrá que ver también con las necesidades. Pero el interés es lo fundamental en un vínculo afectivo tan importante.
Si ayudaste a tus amigos cuando lo necesitaban, es lógico que esperes el mismo trato.
Es importante inculcar en nuestros hijos que, cada vez que te unen lazos de afecto a un ser humano y compartes con él momentos de alegría y de tristeza, pones en juego valores y actitudes que te definen como ser humano.
Dialogar y compartir
La relación entre dos personas que comparten un mismo ámbito de actividad como el juego, el estudio o el trabajo en equipo, exige que ambas partes se tengan en cuenta; es decir, es imposible asumir una actitud indiferente hacia el otro.
Pero esto solo no alcanza para desarrollar una actitud de compañerismo o una amistad.
En primer lugar, debemos establecer un puente de diálogo que nos permita acercarnos para conocernos más y, en segundo lugar, debemos desarrollar una actitud comprensiva que nos permita compartir; valorando las coincidencias y los objetivos comunes por sobre las diferencias.
En este caso, la ayuda mutua surgirá como necesidad casi natural, entablando una relación de compañerismo donde la lealtad, la honestidad y el respeto serán también ingredientes necesarios.
Nada mejor que los amigos
El compañerismo es un camino que no siempre culmina en la amistad, pero es imposible llegar a esta sin haber antes transitado por aquel. La amistad es un largo proceso de compartir experiencias entre compañeros, donde la confianza ha logrado un lugar privilegiado y los acuerdos y coincidencias se han entrelazado de tal forma que el acercamiento de los primeros tiempos ha dado paso a la unión por el sentimiento de cariño y amor.
Reciprocidad y abusos en la amistad
La base de las relaciones afectivas sanas es la reciprocidad. Es decir, se da y se recibe en un intercambio equitativo.
Las relaciones no equitativas son aquellas en que una de las partes da mucho más de lo que recibe, o aquellas en las que a uno se le exige más de lo que el otro está dispuesto a dar y hacer.
Desde luego, la amistad no es una cuestión comercial, ni un trueque donde tal cosa se paga con tanto o se entrega a cambio de algo de valor similar. No podemos, pensar por ejemplo, que ante cada favor debemos cobrarnos con otro o que no haremos dos favores seguidos, porque el primero no fue correspondido. Las circunstancias no son iguales para todos y la correspondencia tendrá que ver también con las necesidades. Pero el interés es lo fundamental en un vínculo afectivo tan importante.
Si ayudaste a tus amigos cuando lo necesitaban, es lógico que esperes el mismo trato.