Dos citas obligadas en Taipéi

Taipéi es una ciudad de primer mundo, ordenada, habitada por gente que respeta las normas y a los demás. Ofrece innumerables atractivos. Pero hay dos, contrapuestos, que llaman poderosamente la atención y que son obligados para cualquier visita.

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La capital de Taiwán es capaz de impresionar a cualquiera con sus rascacielos, carreteras y avenidas, parques, templos, subterráneos, trenes, un sistema de transporte público envidiable, restoranes, cines, teatros y mucho más.

Uno de los símbolos de la ciudad es la Torre Taipéi 101, que tiene esa cantidad de pisos. Es una obra de ingeniería impresionante, que fue por cinco años el edificio más alto del mundo, hasta que apareció otro en Dubái.

La Torre 101 está rodeada de tiendas, algunas prohibitivas para un trabajador común y otras bien accesibles. Una línea de subte llega hasta este lugar que es visitado anualmente por millones de turistas.

Pagando una entrada de unos 15 dólares, uno sube hasta lo más alto, casi hasta la cima del mundo.

Estaba nublado y el mirador que ofrece un espectáculo maravilloso desde el piso 91 estaba cerrado. Llegamos hasta el 89, en donde enormes ventanales ofrecen una mirada celestial de la ciudad.

Tiene una altura de casi 510 metros. Posee los ascensores más rápidos del mundo, con un sistema de presurización idéntico al de los aviones, para evitar a sus ocupantes sentir los rigores de la velocidad y la altura.

El rascacielos se terminó en el año 2003. Es considerado un hito de la Taiwán moderna, progresista y emprendedora. Posee un sistema único ante los constantes temblores que se sienten en la isla y los fuertes vientos: es una enorme esfera, sujetada casi en la cima, por gruesos cabos de acero y un sistema hidráulico que le permite soportar terremotos de hasta 7 grados en la escala de Richter y vientos de hasta 450 kilómetros por hora.

La esfera tiene casi 700 toneladas de peso. Sus ascensores suben a 30 personas en poco menos de 40 segundos, desde la planta baja hasta el piso 101. Tiene un récord mundial de velocidad por esto.

Existe otra cara colorida y tradicional en Taipéi, el de los mercados nocturnos. Hay uno muy cerca del centro y la torre, un pasillo que se puede recorrer en pocos minutos.

Ofrece una increíble mezcla de situaciones. Al igual que la Torre 101, este lugar es visitado por una enorme cantidad de personas. Se podría decir que es en cierta forma el mundo real. El mercado nocturno no ofrece la majestuosidad y el lujo del edificio, pero sí es un lugar en donde uno puede ver una parte maravillosa de la cultura taiwanesa. Es un sitio en el que se ofrecen alimentos preparados en pequeños puestos, en donde ollas y pequeñas parrillitas invitan a degustar caracoles, calamares, carnes de todo tipo, frutas, verduras.

Todo esto se mezcla con el aspecto comercial. A los costados hay pequeñas y grandes tiendas en las que se pueden comprar electrónicos, juguetes, ropas, artesanías. También se puede consultar sobre el futuro con personas que ofrecen sus cualidades de leer las cartas.

Es un atractivo muy diferente al anterior, pero que forma parte de la diversidad cultural y económica de Taiwán. Es un sitio en el que uno puede encontrar de todo y satisfacer todo por pocos nuevos dólares taiwaneses.

En fin, dos lugares obligados en Taiwán.

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